20150913-JXS-Via-Júlia

Eduardo Reyes, sexto en la candidatura de Junts pel Sí y miembro de Súmate, sube al escenario instalado en la calle. Se oye una voz desde la acera: “¡Ahora es el turno de los traidores!”. Es un hombre que ha pasado todo el mitin increpando a los oradores. “Ni contestéis”, instan desde el micrófono. Es el mismo grito que se ha escuchado cuando otro espontáneo, vestido con la camiseta de La Roja, ha interrumpido el acto aludiendo al 3%. Los parlamentos acababan de empezar. Los asistentes han replicado coreando el grito "¡Independencia!". Esta campaña es diferente. Totalmente diferente. Eduardo Reyes habla desde la Vía Júlia de Barcelona. “Hemos ayudado a los catalanes a hacer la Catalunya que tenemos hoy, por eso no nos tenemos que integrar porque formamos parte de Catalunya”, exclama ante un auditorio repleto. Las hileras de sillas están llenas y mucha gente sigue el acto de pie. Previamente ha sido la convergente Neus Munté quien ha intervenido y ha evocado el origen leonés de sus abuelos. Estamos en Nou Barris. A poca distancia, en El Carmel, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, llama a los vecinos a votar el 27-S porque “la Catalunya del extrarradio es más Catalunya que cualquier otra”. Iglesias insiste en esta apelación después de que durante la precampaña ya había levantado polvareda instando a los catalanes hijos de la inmigración a echar a Artur Mas. “Que no se avergüencen de tener abuelos andaluces o padres extremeños”, exclamó. Precisamente, hoy un grupo de independentistas protesta durante el mitin de Catalunya Sí que es Pot por aquellas palabras y acusan a Iglesias de etnicista. No fue, sin embargo, el líder podemita el primero en atizar este espantajo. Previamente, el expresidente español Felipe González había alertado en un artículo en El País que “se empiezan a oír voces de rechazo a quienes no tienen pedigrí catalán”.

La participación, clave

Esta campaña es diferente. También este debate. Todas las encuestas apuntan a que la participación será clave. Y la bolsa más grande de votantes indecisos y los abstencionistas habituales en las elecciones al Parlament se concentra entre los catalanes que tienen su origen en la inmigración. El resultado está claro en Girona y Lleida, donde la victoria de Junts pel Sí es incontestable, según los sondeos. En Tarragona, la situación es de empate. Pero es Barcelona donde hay más votos en juego. Esa es la causa de la exhortación dirigida a los barrios obreros de la capital catalana, de la intensa actividad de todas las campañas en las localidades que rodean la capital catalana. De ahí el debate sobre los orígenes... Las candidaturas independentistas centran su esfuerzo en el discurso en positivo. El objetivo es desvanecer cualquier temor, no asustar al electorado decidido e intentar sumar votantes enfatizando las posibilidades que plantea la independencia. Las del no, por el contrario, hurgan en el discurso del miedo. Las incertidumbres del proceso, el futuro de las pensiones, la expulsión de Europa..., y la ruptura sentimental con España. La política catalana, que se enorgullece del modelo de integración de su sociedad, siempre había evitado –y despreciado este tipo de debates. Entre las voces más indignadas ante esta utilización figuran el líder de la CUP David Fernández, que el sábado se declaraba en L'Hospitalet harto de ese reduccionismo, y el cabeza de lista de esa candidatura, Antonio Baños, que replicaba a Iglesias con un tuit:

Esta campaña es diferente. Y no hay duda de que se está tensando por momentos.