Allí empezó la inmersión. Fue la punta de lanza. Y desde allí se tendría que relanzar con energía y determinación. No fue tanto una iniciativa gubernamental como un grupo de padres y madres y de hijos de la inmigración que querían que sus hijos fueran competentes en lengua catalana. No eran indepes porque, aquellos años, los indepes eran cuatro en Girona y uno y medio en Santa Coloma de Gramenet. Uno de ellos, uno de los actuales concejales en el Ajuntament de Santako, Salva Clavera, militante independentista de primera hora y, hoy, concejal en el ayuntamiento del municipio.

Sencillamente, era gente que amaba el país y, sobre todo, que amaba a su familia. Gente, buena gente, que quería una buena educación para sus hijos.

Es en Santako donde se produjo este movimiento y también estaba en aquella misma ciudad de Santa Coloma que enseñaba, como docente, uno de los feroces detractores de la inmersión e impulsor del Manifiesto de los 2.300, que denunciaba la discriminación del castellano. ¡En 1981! Todavía no hacía un año de las primeras elecciones autonómicas, menos de dos meses del golpe de estado de Tejero y veníamos de cuarenta años de feroz dictadura anticatalana. En la mayoría de escuelas públicas el catalán todavía era una asignatura "maría" —así se llamaban, de manera despectiva, las materias de segunda. De hecho, el catalán como lengua vehicular de la enseñanza no se empezó a implantar hasta 1983. Pero aquel 1981, cuando tampoco existía TV3 y cuando buena parte del país era analfabeto en lengua catalana, había que ya hacían sonar la letanía que se discriminaba el castellano.

Salva quizás era demasiado pequeño para estar al corriente de aquel manifiesto. Hasta que no fue mayor no debió entender lo que pasaba. Cuando apareció el ruidoso manifiesto debía tener solo 11 años. Pero sí que recuerda, porque lo vivió con intensidad, todo el movimiento mod y, después —de los años ochenta adelantados— los red skins, que tenían en Santa Coloma de Gramenet un grupo que, si bien no tuvo un gran recorrido, se dejó oír con fuerza entre los ambientes alternativos: los Pisando Fuerte, una formación musical que hacía ska en castellano. A su alrededor se movía gente de todo signo y pelaje, también del incipiente movimiento independentista —entonces claramente extraparlamentario.

Y de aquí nos conocemos con Salva.

Tras los años, cuando ya no éramos tan jóvenes y habíamos dejado de creernos invencibles, decidió aceptar el reto de implicarse en política en un municipio donde nunca ninguna candidatura de signo independentista había obtenido representación municipal. De hecho, no fue hasta el 2019 que se consiguió ganar representación. ¡Por primera vez desde 1977! Más de 40 años costó que en Santako entrara en el consistorio una formación independentista. Y lo hizo con tres concejales (después de quedarse a las puertas del 5%, en 2015) con el valeroso Sam Núñez al frente, Gemma Español y Salva. Entrando en Santa Coloma de Gramenet se superaba uno de los retos históricos. La misma situación que en Badia del Vallès. En 2011, el independentismo había conseguido poco más de un 1% de los votos.

Venimos precisamente de allí, de picar piedra, y tanta o más que hará falta picar. En 2019 fue el equipo liderado por Sam el que consiguió irrumpir en el consistorio con 3 de 27 concejales. Es obvio que el trabajo que hay que hacer sigue siendo inmenso, y que, ni por casualidad, se hace a golpe de tuit pasado de vueltas. Pero es la realmente imprescindible si se quiere un independentismo homogéneo que destierre el mito de Tabarnia del cual se vanagloriaba Ciudadanos y que lastra cualquier proyecto de país.

Si Santa Coloma fue imprescindible para la inmersión también lo es para una República Catalana. Es allí donde está la primera barricada, la primera línea del frente.

Si Santa Coloma fue imprescindible para la inmersión también lo es para una República Catalana

Toda la complicidad y apoyo a la gente que en Santako o Badia del Vallès va a por todas, con una dedicación y un compromiso impagables. Pero toda implicación será poca porque hace falta gente valiente dispuesta a dar un paso y sumar donde es más necesario. Al lado de Sam, de Gemma y de Salva. Esta tendría que ser la prioridad de toda la gente que, más que soñar con la independencia, trabaja para hacerla posible.