El independentismo ha protagonizado este viernes una auténtica exhibición de vitalidad y ha recuperado el pulso que había perdido al quedar noqueado por una represión durísima del Estado y meses de juicio por el 1-O. Ha sido precisamente la condena de un centenar de años de prisión contra los líderes del procés lo que ha provocado la reacción.

Centenares de miles de personas han desbordado literalmente Barcelona para protestar por la sentencia del Supremo. Decenas de miles lo han hecho con marchas multitudinarias que durante tres días han recorrido un centenar de kilómetros y a que a primera hora de la tarde han confluido en el corazón de la ciudad después de acceder por las principales arterias de la capital catalana. El éxito de la convocatoria ha sorprendido a los propios organizadores. Salieron el miércoles de Girona, Berga, Vic, Tàrrega y Tarragona, y hoy se les ha añadido una columna de los CDR desde Castelldefels.

La llegada ha confluido también en medio de una huelga general convocada por las intersindicales CSC y IAC que, según los organizadores ha conseguido más seguimiento que la del 3-O, a pesar de no contar con el apoyo de ninguno de los sindicatos mayoritarios. La huelga ha mantenido con las puertas cerradas universidades y escuelas, y la media de edad de los movilizados este viernes, como ha pasado a lo largo de las protestas de toda la semana, ha caído en picado. Los cortes de carreteras han sido también constantes en todo el territorio.

Todo ello ha mantenido el independentismo durante toda la jornada en la calle para demostrar que no tiene ninguna intención de tirar la toalla y que la sentencia durísima del Supremo no ha tenido el efecto esperado por el Estado.

En la confluencia del paseo de Gracia con la Gran Vía, en el corazón de la ciudad, los sindicatos habían convocado a las 5 de la tarde una manifestación y el acto político. A pocas calles de distancia, en la Via Laietana a la altura de la plaza Urquinaona, la policía hacía horas que mantenía enfrentamientos con manifestantes y la ciudad se preparaba para una nueva noche de disturbios.

Esto no ha impedido que las miles de personas que ocupaban las principales arterias del centro vivieran la jornada en un ambiente festivo, con un río constante de movimiento por el Passeig de Gràcia i Rambla Catalaunya, que a las 5 de la tarde se ha centrado en el acto que han protagonizado las entidades y los sindicatos.

Desde el escenario la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, ha mostrado su satisfacción por el desarrollo de la jornada y ha enfatizado que la gente ya "ha reanudado el camino" por lo cual ha pedido que ahora sean los partidos quien demuestren su reacción.

Paluzie ha advertido a las fuerzas independentistas que en caso de que el Estado no escuche sus reivindicaciones, actúen. "Desde ya, preparaos para poder, en el momento que sea preciso, defender y sostener una declaración de independencia", ha reclamado ante más de 525.000 personas que llenaban el Paseo de Gracia, según la Guardia Urbana.

"La gente estaremos para defenderla desde la lucha no violenta, como estuvimos el 1-O", ha asegurado además de reclamar la unidad de los partidos y que aquellos que estén cansados se aparten para que otros les cojan el relevo.

La participación de políticos en el acto ha sido mínima y casi invisible. En el último moments se ha presentado el vicepresidente, Pere Aragonès, con la consellera, Ester Capella.

Desde el escenario, el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, se ha encargado de leer una carta de Jordi Cuixart desde Lledoners para advertir que "la amenaza de prisión o represión nunca más será un tope a las aspiraciones democráticas de la sociedad catalana".

El día se había despertado con la noticia que el presidente en el exilio, Carles Puigdemont, había comparecido ante las autoridades belgas cerca la tercera euroorden del juez instructor Pablo Llarena. Y el juez había decidido dejarlos en libertad sin fianza. En los próximos días deberá pronunciarse sobre la petición de Llarena.