El presidente español, Pedro Sánchez, ha aprovechado la rueda de prensa de balance de gobierno, para salir en defensa de la monarquía española, y del régimen del 78, mientras se ha negado a explicar la intervención que ha tenido su ejecutivo en la fuga de Juan Carlos I, alegando que es materia confidencial. El mandatario español incluso ha evitado explicar en qué país está ahora el monarca emérito, y ha asegurado que lo desconoce. "No tengo información de donde está", ha soltado ante la incredulidad general.

Sánchez ha intentado poner sordina de forma sorprendente al exilio real, hasta el punto de que sólo ha abordado la monumental crisis institucional a preguntas de los periodistas en el tramo final de su comparecencia.

 

De las palabras de Sánchez ha quedado evidente que pasa olímpicamente del malestar expresado por Podemos por el apoyo que ha dado el Gobierno a Juan Carlos I - "somos dos partidos diferentes" - mientras ha dejado claro que la línea la marca él como presidente. "No se juzgan instituciones, se juzgan personas. No se ha cuestionado el sistema de partidos políticos cuando ha habido casos de corrupción en los partidos. Juan Carlos ha dicho que está a disposición de la Justicia si fuera necesario, como cualquier otro español", ha indicado para defender la monarquía.

"España necesita estabilidad e instituciones robustas. Y el Gobierno considera plenamente vigente el pacto constitucional", ha añadido dejando patente que no atacará el régimen del 78. Ha recordado incluso que el PSOE es el único partido superviviente de aquel pacto. Y no se ha privado de expresar su "absoluto con respecto por las decisiones que ha tomado la Casa Real".

Sánchez ha insinuado que ha despachado con Felipe VI sobre la situación de Juan Carlos, pero se ha negado a explicar las negociaciones con el argumento de que estas conversaciones son discretas y confidenciales.

Aunque las discrepancias con Podemos en esta cuestión son ahora frontales, el líder del PSOE se ha mostrado convencido también de que la legislatura será "larga y fructífera".

El jefe del Ejecutivo español ha intentado normalizar la crisis en la jefatura del Estado, escondiendo que la presión ha salido de la fiscalía suiza y, en segundo término, de las grabaciones del excomisario Villarejo. "Es la respuesta de una democracia vigorosa; los medios han hecho su trabajo y han dado a conocer hechos; los jueces están actuando y la Casa Real ha puesto distancia sobre estas supuestas actuaciones ilegales", ha resumido esforzándose en una lectura positiva.