Está a punto de cumplirse medio siglo desde que el Sáhara Occidental quedara dividido entre Marruecos, Mauritania y el Frente Polisario, que declaró la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). En pleno 2025, el muro marroquí de separación del territorio —entre la parte controlada por el Reino de Marruecos y la de la RASD— todavía es una realidad y lo que pasa a cada lado de esa gran barrera es difícil de documentar. Al Oeste, en la zona ocupada, donde se encuentra la mayoría de la población, bajo administración marroquí, las represiones por las manifestaciones de los activistas saharauis son constantes, así como el aumento de asentamientos marroquíes que han rebajado la población autóctona a menos de un 5% en Villa Cisneros —rebautizada como Dajla—, según han explicado fuentes del territorio a ElNacional.cat.

Minas terrestres y drones en el muro del Sáhara

Aunque, quizá, habría que comenzar por el problema del muro de 2.720 kilómetros de separación que construyó Marruecos en los años 80, con minas terrestres en prácticamente todo su trazado. En el último año, tal y como denuncia el Colectivo de Defensores Saharauis de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental (CODESA), hay documentadas, como mínimo, tres explosiones de minas. La primera se produjo el 19 de mayo de 2024, estallando debajo de un vehículo de tracción en las cuatro ruedas que transportaba a dos jóvenes saharauis en la zona de Boutemidi. Este incidente provocó heridas graves a Hamada Albakkay, a quien le tuvieron que amputar una pierna, y a Hammadi Elkebsh, que sufrió lesiones en varias partes del cuerpo. 

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Limpieza de minas en el Sáhara Occidental, en una imagen de archivo / Martine Perret, Naciones Unidas, Europa Press

Meses más tarde, el 5 de julio del año pasado, explotó otra mina terrestre debajo de un camión en la carretera entre Ejdiriyah y Al-Mahbes. En este caso, no se ha constatado que haya personas heridas. Por último, el 16 de septiembre, una mina terrestre estalló bajo otro camión en Ras El-Khenfra y el conductor sufrió diferentes lesiones que le provocaron la amputación de una pierna. Además, desde la ruptura del alto al fuego en noviembre de 2020, se han producido —sobre todo al Este del muro— diferentes ataques y detonaciones de drones que han resultado en la muerte de civiles, no solo saharauis, sino también de nacionalidad argelina, mauritana, maliense y sudanesa. Se cree, al menos, que el 4 de enero perdieron la vida, en uno de estos casos, dos personas: Mohamed Al-Amin Ould Oubeid Amo, de nacionalidad mauritana, y Sidi Ahmed Ould Bakmo, del mismo origen. 

Represiones en las manifestaciones de autodeterminación en el Sáhara

La mayoría de protestas por la autodeterminación del Sáhara Occidental, al Oeste del muro de separación, se llevan a cabo en El Aaiún, capital y ciudad con más porcentaje de población saharaui, que en el mejor de los casos, según han asegurado las mismas fuentes a este medio, rondaría el 50% del total. En una manifestación en El Aaiún el 8 de enero de 2024, tal y como recoge el Informe Anual de 2024 de CODESA, "la policía de ocupación marroquí intervino violentamente contra una manifestación pacífica de defensores de derechos humanos saharauis" y resultaron heridos varios de ellos, entre otros Khadijatou Douih, Salka Aamar, Fala Al-Shetouki, Jamila Al-Moujahed, Salha Boutanguiza y Hoda Bakna. Días después, el 11 de enero, tres activistas fueron reducidos por las autoridades del reino alauí durante una sentada frente a la Delegación de Promoción Nacional de Smara por la suspensión de su cartilla mensual de 250 euros.

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Una de las acciones llevadas a cabo durante una manifestación de activistas saharauis denunciada por CODESA / CODESA

El 22 de enero de 2024 fue expulsado de El Aaiún el periodista portugués Rafael Lomba, tras su llegada a Dajla —ciudad resort de Marruecos que cuenta con vuelos directos para turistas europeos, entre otros, desde Madrid-Barajas. El 22 de febrero comenzaron también los hostigamientos contra el presidente de CODESA, Ali Salem Tamek, durante los intentos de reunión en su domicilio de la capital saharaui, que fueron impedidos por la policía marroquí. 

Asentamientos marroquíes y la MINURSO en el Sáhara Occidental

En este apartado, cabe recordar que no se está intentando hacer ninguna comparativa con otros escenarios, pese a que el lector pueda sacar sus propias conclusiones al respecto. Si bien es cierto que desde la Marcha Verde marroquí hace casi 50 años, el antiguo Sáhara Español se inundó de nuevos pobladores del reino alauí y esto ha llevado, más allá de los saharauis que se refugiaron en otros países y en los campos argelinos de Tinduf, a un decrecimiento de la población autóctona. Tanto es así que se estima que en Dajla está a punto de desaparecer y en El Aaiún es la mitad o una minoría ya evidente en 2025. Las fuentes consultadas y los activistas prosaharauis aseguran que el Ejecutivo marroquí propicia la movilidad de sus ciudadanos hacia el sur con mejores condiciones laborales y promueve dichos asentamientos.

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Varios miembros de la MINURSO trabajando sobre el terreno en una imagen de archivo / MINURSO, Europa Press

Por último, para completar todo lo ocurrido durante los últimos años en el territorio, concretamente en 2024, cabe recordar la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO). Fue establecida en 1991 para organizar y asegurar la celebración de un referéndum de autodeterminación para el pueblo del Sáhara Occidental, lo que permitiría a los saharauis decidir entre la independencia o la integración con Marruecos. Además, también tenía la misión de monitorear el alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario y verificar la reducción de las tropas en el territorio, así como el intercambio de prisioneros de guerra. Pero el tiempo fue pasando y, aunque se mantiene el objetivo de celebrar la consulta, en la práctica, la función es la supervisión de los movimientos militares y la búsqueda de un alto al fuego o evitar una escalada del conflicto en la región. En cualquier caso, la ONU mantiene el fin último de la consulta, pero sin un censo claro y desactualizado, teniéndose que volver al de hace casi medio siglo para hallar uno válido, confeccionado durante la administración española.