ÚLTIMA HORA | Sigue el minuto a minuto del conflicto Rusia - Ucrania
El boicot de muchas marcas multinacionales hacia Rusia podría ser la punta de lanza de hacer despertar, en parte, a la población rusa. Los que se manifiestan son duramente castigados, perseguidos, encarcelados e, incluso, no se descarta instaurar la pena de muerte a corto plazo por parte del presidente Vladímir Putin. Pero el silencio que impera con su ley contra la libertad de expresión, la persecución que ejecuta punto por punto a través de las redes sociales y los medios de comunicación, y un discurso monótono y de odio constante hacia sus enemigos a través de la propaganda del Kremlin confunden cada vez más la población rusa, aislada de muchos elementos de la realidad que ayudarían a tener una opinión propia con más elementos para llegar a sus propias conclusiones.

Viven rodeados de censura

Es por eso que los principales especialistas de un think-tank político aseguran que si el boicot aumenta y se replica en otras marcas, podría hacer tomar conciencia a la gran mayoría rusa del problema en el que se encuentran inmersos y de una guerra contra Ucrania que en ningún momento se ha citado como tal. Muchas empresas norteamericanas que todavía están en Rusia permanecen en silencio. Marcas como McDonald's, Bunge, Mondelez, Estee Lauder, Kimberly-Clark no han cerrado sus puertas. Otras tradicionalmente americanas, pero vendidas a otros fondos de inversión, tampoco dicen nada. Encontramos el ejemplo más claro en Starbucks, que dijo que sus 130 cafeterías en Rusia son propiedad de un conglomerado kuwaití. El gigante del café se ha comprometido a dar las ganancias del negocio en Rusia a los esfuerzos humanitarios en Ucrania. Pero hasta aquí. Y lo mismo pasa con Yum Brands, que dijo que sus aproximadamente 1.000 restaurantes KFC y 50 Pizza Hut en Rusia son operados casi todos por propietarios independientes bajo licencia o acuerdos de franquicia.

No siguen el ejemplo de Apple o Ikea

Ahora bien, la pregunta que se hacen estos expertos es la siguiente: "¿Los rusos podrían sobrevivir sin el Big Mac, si ven que está cerrado su McDonald's? ¿Qué está pasando? Es un símbolo poderoso", asegura Richard Painter, profesor de la Universidad de Minnesota, y advierte de "graves riesgos para los norteamericanos y los europeos occidentales que se encuentran actualmente en Rusia". Por todo ello pide que estas multinacionales "piensen en el mensaje que se tiene que enfatizar: que Rusia no puede declarar la guerra a Ucrania y al mismo tiempo participar en la economía internacional".

A pesar de todo, eso ahora mismo no parece viable para muchas de ellas. A modo de ejemplo, casi uno de cada 10 dólares que ingresa McDonald's llega de los dos países en guerra, de Rusia o Ucrania. La compañía norteamericana ha tenido que desglosar a los inversores qué parte de su negocio viene de estas dos naciones en conflicto y si este les puede afectar financieramente. Si aparte de Ucrania ahora se suma Rusia, las pérdidas son inasumibles. A pesar de todo, la opinión está dividida y ya empieza a ser notoria la fotografía final de ciudades como Moscú o San Petersburgo con el comercio funcionando a medias en los principales ejes. Ikea, Apple, Volkswagen, H&M, Inditex o la catalana Mango han cerrado temporalmente. Pero queda un último reto: el del negocio de la comida rápida, una práctica extendida también entre los rusos que les podría romper y sorprender si dejaran de tenerla de golpe.