Mariano Rajoy ha encontrado en el discurso de la patria constitucional la coartada de los próximos cuatro años para atrapar al PSOE en sus redes, frente a los "populistas" de Podemos y los independentistas que "quieren romper España". El presidente en funciones ha encajado los 180 'no' en la primera vuelta de la sesión de investidura, dando margen a los socialistas para que exhiban su rechazo. Pero Rajoy tendrá que dejar que el PSOE se rebele más a menudo de iure, para no alimentar la pujanza de la formación morada. Y de facto, recordará a menudo a sus rivales que sólo juntos pueden dar estabilidad a España.

El PSOE ha escudado su abstención inminente en la segunda vuelta de la investidura tratando de reivindicarse como el primer partido de la oposición. Empieza ahora el camino para no descabalgar y sacar jugo de la minoría del nuevo ejecutivo para "reparar sus daños". Si bien los socialistas sufren ante la posibilidad de asimilarse: "Nosotros no somos como usted", repetía el portavoz Antonio Hernando, molesto por las palabras de Rajoy: "Tengo más cosas en común con el PSOE que con los independentistas", dijo el presidente español. No será fácil: fuentes de la antigua ejecutiva pedrista creen que Podemos volará los puentes con el PSOE para empujarlos a los acuerdos con el PP para avivar los bandos y reducir a los socialistas.

Ante ese escenario, la formación morada se ha erigido como aquello que siempre habían querido ser: la alternativa al "régimen del 78". El golpe de los barones críticos contra el exsecretario general Pedro Sánchez se lo ha puesto en bandeja. Pablo Iglesias ha disparado contra el PSOE, acusándolo "de abstencionazo", con una dialéctica del pasado –Susana Díaz, a Felipe González– frente al presente –él. A C's les ha reprochado que han cometido su "función histórica", y a los populares, los ha acallado con la polémica de la corrupción. Frentes a los intereses económicos, la patria son los podemitas, dicen estos, si bien, lo interpretan como la "patria de la gente", frente a las instituciones, como dice el PP.

Pero Rajoy, ávido en el arte de neutralizar a sus contrincantes, tiene ya un sutil recurso para desacreditar a Iglesias: el paternalismo. "¿Sabe por qué soy yo el candidato y no usted? Se lo explicaré", decía entre las carcajadas de la bancada del gobierno en funciones. El debate ha degenerado entonces en el uso de Rajoy de las nuevas tecnologías y su progresión. El líder de la formación morada se ha reído, y con ese gesto, ha quedado rebajado a la categoría que quería a su rival. El castigo del padre ha llegado cuando el gallego se ha preguntado si las manifestaciones que Podemos augura serán porque los ciudadanos tampoco se ven representados por ellos.

Y en el medio, C's apunta maneras sobre su papel de poli bueno que vela por "la Triple Alianza", como dice Iglesias. A Albert Rivera le esperan cuatro largos años de tirar del PSOE hacia el PP y de perseguir a éste para que cumpla sus acuerdos. Son el pacto-anticorrupción, o la mano dura contra el independentismo catalán. También tendrá que pugnar por diferenciarse del ejecutivo popular: la formación naranja quiere ser la modernidad que aúpa al gobierno de cariz conservador. Y por el camino de sobrevivir electoralmente, volverá a ridiculizar las pancartas de Podemos, porque ellos "sí firman acuerdos".

Catalunya también tiene algo que decir frente a aquello que el líder de ERC, Joan Tardà, denomina "el nacional-constitucionalismo" de PP, PSOE y C's. El republicano ha reiterado que no acatarían ninguna inhabilitación a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, sino que el Parlament "la ratificará". La fuerza de la ciudadanía es su aval y eso hace el derecho a decidir como inamovible para los republicanos. Contra la propuesta de Rajoy, no lo intercambiarán por ningún pacto sobre financiación autonómica. "O referéndum, o referéndum" es el leitmotiv del president Carles Puigdemont, que Tardà ha hecho suyo.

Rajoy necesita la imagen de diálogo para calmar los ánimos, y eso ha prometido al portavoz del PDECat, Francesc Homs, sobre la cuestión territorial. Ahora bien, el objetivo siempre estará dentro del marco de la legalidad española. "Aquello era un contrato de adhesión", ha denunciado sobre el referéndum propuesto por el president Puigdemont. Pero frente las presiones del PSOE para que abra una ponencia constitucional al respecto, el presidente español todavía dice no saber si es el el espacio indicado. Mientras lo encuentra, fuentes del PDECat creen que los tiempos del procés serán más rápidos que los del Gobierno central.

Así, la sesión se levanta este jueves y continuará el sábado cuando Rajoy consiga los avales de la cámara con el sí de Coalición Canaria, el PP y la abstención del PSOE para revalidar como presidente. La noticia no será entonces que España sale del desgobierno tras más de 300 días en el limbo, sino si el exsecretario general socialista Pedro Sánchez, deja el acta de diputado antes o después de consumar el "no es no, qué parte del 'no' no ha entendido".