En las noches electorales autonómicas el pulso por el poder se descentraliza y la batalla de fuegos cruzados se da tregua en Madrid. Pero en un contexto de nueve meses de ingobernabilidad en el Estado, el 25-S se presumía diferente. Las elecciones vascas y gallegas apuntan maneras sobre las formas que tomará la investidura en España en adelante. Mariano Rajoy sale reforzado, mientras Pedro Sánchez exhibe el rostro de la debilidad creciente en Ferraz. Podemos le ha hecho el sorpasso en escaños en Euskadi y en votos en Galicia, cuestionando a Sánchez como líder del PSOE con el 'no' sin cesiones a Rajoy.

El presidente en funciones se ha rearmado en la batalla en el norte del territorio para una investidura que querría intentar pasado el 25-S. Galiza es la joya de la corona de los populares, que les permite exhibir un poder incontestable, ahora que las mayorías absolutas parecían historia. La tierra natal de Rajoy es también la incubadora de su posible delfín, Alberto Núñez Feijóo. Con la victoria, Feijóo ha lanzado un mensaje velado a Madrid: el PP no presenta fisuras como partido alfa, porque triplica los resultados del PSdeGa, y mantiene el impulso si es que Sánchez no cede y se llegan a producir terceras elecciones.

El soldado Sánchez se queda solo

Pero Rajoy no necesitará a partir de este domingo entrar en confrontación directa con Ferraz, si es que quiere revalidar como presidente. Según fuentes socialistas, el secretario general espera que a partir de mañana se alcen voces pidiendo que deje el cargo. El clamor vendría por el sorpasso de Podemos y las Mareas en Galicia, donde éstas han sacado exactamente los mismos 14 escaños que el PSdeG, pero las primeras le han superado en votos. El secretario de organización, César Luena, ha reconocido el pinchazo: "Es un resultado negativo, pero ha sido en unas condiciones complicadas para el partido", ha dicho mientras se marchaba antes casi de terminar su intervención.

La ejecutiva de Sánchez se reunirá este lunes en Ferraz, donde el secretario general presentará la propuesta de un gobierno alternativo. La opción cuenta cada vez con menos apoyos: a la negativa de C's y la fragmentación de Podemos, se han sumado las autonómicas. Si el PSOE se arriesga a un intento fallido de investidura, España puede caminar hacia nuevos comicios. Los socialistas se arriesgarían entonces a seguir sumando resultados negativos históricos y caer por debajo de los 85 escaños. Susana Díaz ya se reúne con barones en secreto y los rumores sobre que los críticos quieren desbancar a Sánchez crecen.

Con las aguas alborotadas el único argumento que podría utilizar Sánchez ante los barones para disimular el pinchazo es un pacto de gobierno con el PNV en Euskadi. El líder jeltzale, Iñigo Urkullu, tendrá suficiente con los votos de los socialistas para ser investido. El PSOE se colgaría la medalla de haber sacado más rédito de sus escaños que Podemos, quienes le han superado por detrás de EH Bildu. Mientras buscan la incógnita de su quiebra, el número dos de la formación morada, Íñigo Errejón, les da pistas en Twitter sobre por qué el discurso de Ferraz se tambalea por todo el territorio: "España es plurinacional", dice.

Rivera deserta la batalla

No es el único golpe en la mesa que ha dado el gallego esta noche de 25-S. También ha sacado pecho frente de su socio de pacto de investidura, Albert Rivera. La tensión entre ambos es creciente porque el líder de C's lo cuestiona sin ambages a cada caso de corrupción que reaparece en el PP. Pero Rivera no le ha arrebatado ningún escaño ni en Galicia, ni en el País Vasco, en el espectro de la derecha donde compiten. Ahora el político catalán agacha la cabeza, poco satisfecho del pinchazo de la "ilusión naranja". Muestra es que Rivera se haya acercado a la sede del partido sólo para saludar y acto seguido se ha marchado dejando a su número dos, José Manuel Villegas, justificándose que se habían quedado a 500 votos de lograr representación en Álava.

Las llamadas en Génova

El presidente en funciones venía de ocio y a trabajar sobre un plan. Primero, ha llamado a Feijóo, para felicitarle. Segundo, al candidato Alfonso Alonso, también conocido como "lehendakari" entre los diputados del grupo popular. Alonso no lo será, pero ha aguantado el tipo en un Euskadi fragmentado, donde solamente ha perdido un escaño. Finalmente, Rajoy ha llamado al líder del PNV, Iñigo Urkullu, un gesto que podría tener implicaciones futuras. Urkullu tiene a tocar el pacto con el PSOE para la lehendakaritza, pero Rajoy quiere mantener las buenas relaciones, por si a partir de ahora los jeltzales se avienen a pactar con el Estado. El pulso del poder vuelve a Madrid como ha insinuado tajante la secretaria general, María Dolores de Cospedal, en el atril: "Los ciudadanos han castigado el bloqueo institucional y político".