Mariano Rajoy se convertirá este miércoles en el primer presidente español en sentarse ante un juez a declarar como testigo por una trama de corrupción, la Gürtel, dejando para los anales de la política una fotografía, símbolo de la culminación de las luces y sombras que durante años se gestaron con el dinero en el seno del Partido Popular.

Será a las 9:30h de la mañana en la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares, donde Rajoy accederá previsiblemente asesiado por gritos de la plataforma de la Coordinadora 25S, artífice de otras concentraciones similares a la prevista a las 9h, como la de Rodea el Congreso. Por ese motivo, fuentes de la dirección de Génova sopesaban hasta hace unos días que accediera solo, para no "armarla", pero revestido de una consigna clara: alegar que él echó al empresario Rafael Correa el año 2004 y que no tuvo implicación en la trama, ni adjudicando prestaciones ni recibiendo dinero ilícito.

"El año 2003, Rajoy no era líder de campaña ni tenía funciones de dirección, ni económicas en el partido. Simplemente será un recordatorio sobre qué hizo y cuál fue su paso por el PP el año 2003", expuso este lunes el coordinador general de la formación, Fernando Martínez Maíllo, en una rueda de prensa en Génova. El gallego dirá que llegó a la cúspide del PP el año siguiente, cuando decidió prescindir de los servicios de Correa y de su empresa, que se dedicaba a la organización de acontecimientos y adjudicaciones públicas. Entre ellas, por campañas del PP en Majadahonda y Pozuelo de Alarcón, que se juzgan en este episodio de la Gürtel.

En medio del inédito de ver a un jefe de gobierno ante el juez –Felipe González y Adolfo Suárez lo hicieron cuando eran expresidentes– los populares tratan de hacer de la debilidad, virtud. Rajoy avistó hasta el final la esperanza de no declarar, o como mucho, hacerlo por videoconferencia. Era la propuesta del voto particular del presidente del tribunal, Ángel Luis Hurtado, que en opinión de Maíllo estaba "muy bien fundamentado". Así las cosas, cuando los magistrados cambiaron de opinión, en Génova y la Moncloa se pasaron a la consigna de "ante todo, colaboración con la justicia".

A la sazón, el número tres del PP afirma que hacía tiempo no había visto a Rajoy "tan tranquilo". Sus asesores monclovitas incluso hacen cicular ya un contrarrelato de "normalidad" internacional, equiparando el caso con Francia, "donde es habitual", tal como exponía a una íntima colaboradora del gabinete del presidente hace unos días, en una conversación informal. Lo remató el coordinador general, a su vez, quien lo vistió con una larga lista de nombres, como los franceses Dominique de Villepin, Lionel Jospin, o bien, los británicos, David Cameron, y el polaco Dondal Tusk.

Así y todo, el jefe del Gobierno llevará su alegato preparado a conciencia. Este mismo lunes se ausentó del comité de dirección del PP, aunque fuentes de la dirección niegan que estuviera dedicado a estos asuntos. "No todas las agendas se hacen públicas", se excusaba el coordinador general partido ante los rumores de que se encontraba con su abogado. Lo que sí reconocen fuentes de su confianza es que ha revisado los estatutos de la formación y trabajado el argumento conjuntamente con el presidente del Senado, Pío García-Escudero, quien era jefe de campaña en los comicios juzgados.

Asismismo, el PP ya ha encontrado un chivo expiatorio para descargar la responsabilidad de la declaración. Maíllo señaló a ADADE (Asociación de abogados demócratas de Europa) como principal artífice de la petición de comparecencia, acusando a los socialistas de estar detrás. "Es el PSOE y todo el mundo lo tiene que saber", denunció, asegurando que trabajaban al "dictado" del partido rival. Consideran, sin embargo, que las de ADADE no serán las únicas preguntas que recibirá el presidente y otros abogados sacarán rédito un juicio tan mediático. "El minuto de gloria", ironizan fuentes del PP.

El golpe será amargo en Moncloa, en un momento en que la economía española remonta, las previsiones de crecimiento se han modificado al alza y todo apunta a que el ejecutivo podría aguantar la legislatura hasta el 2019. Esa preferirían fuera la fotografía que abriera los rotativos al día siguiente, ya que el jueves se entregarán los premios del trabajo y se publicará la Encuesta de Población Activa (EPA), con previsible reducción de paro. Eso sí, el presidente tendrá que rendir cuentas ante los periodistas el viernes, en la rueda de prensa de balance del año.

Pero cómo contrarrestar la imagen de la corrupción encarnada en un Rajoy meramente testimonial preocupa, y mucho, en el PP. "No lo podemos decir todo", se excusaba una de sus manos derechas hace unos días para no explicar cuál sería la estrategia a seguir en adelante. Por ahora, reina el optimismo impostado sobre unos costes mediáticos que la oposición utilizará presivisiblemente para nutrir sus argumentos. "El día después saldrá el sol", prefiere cerrar un íntimo colaborador de Rajoy, ante los nubarrones que se avecinan en el Congreso.