Después de meses intentando que el gobierno en funciones se sometiera a una sesión de control, la oposición ha encontrado un espacio televisivo para cuestionar las acciones del presidente interino, Mariano Rajoy. El debate se ha convertido en un "todos contra Rajoy", al que el jefe del Ejecutivo ha resistido, debido a que España no está rescatada a día de hoy y gracias a puntos de humor que han sorprendido al espectador. Esta es una ofensiva donde el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha eclipsado el polo de “de las fuerzas del cambio” y la oposición, con ausencia de profundidad sobre Catalunya en sus argumentos.

Con sorpasso de Unidos Podemos o sin, el PSOE ha constado que ha dejado de tener la hegemonía moral de la izquierda. Si tras el 26-J Rajoy revalida al frente del gobierno, o "si le dejan", como él ha pedido burlón, la alternativa al Partido Popular (PP) ya no será el líder del PSOE, Pedro Sánchez. Sin ningún contraargumento más que el propio argumentario, el de Ferraz ha reprochado una vez y otra, que los podemitas son los culpables de que él no sea presidente y no hayan echado a Rajoy ya.

Pero el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, muy ávido, se ha enfrentado a él, en una doble pantalla ofrecida por los realizadores, donde le ha dado una dura estocada: "Pedro, el rival no soy yo. El rival es Rajoy...". Sea para captar votos de indecisos de izquierda o para dejarlo en evidencia, Iglesias le ha tendido la mano al PSOE en todo momento. Y mientras, le lanzaba una batería de datos a Rajoy, sólo equiparable a las del presidente en funciones.

Quienes le recuerdan a Sánchez que tiene la llave de la gobernabilidad para escoger si el próximo gobierno será moderado-conservador o de izquierdas-progresista, han supuesto un agravio comparativo ante las vaguedades repetidas por PSOE y C's. Rivera ha utilizado una causa archivada hasta cuatro veces por el Tribunal Supremo sobre dinero recibido de Venezuela. Como actores secundarios del gobierno que vendrá, C's y PSOE han mantenido el pacto de no agresión, por los réditos electorales que les puedan dar y por la losa que les supone. 

La vieja política y la corrupción

Como la cruz negra que el PP arrastra allá donde va, la corrupción es el único bloque del debate donde la gestión económica de los populares, junto al mantra "es difícil gobernar", no ha servido a Rajoy para defenderse. Los papeles de Bárcenas, la destrucción de los CDs donde presuntamente habrían datos de los imputados, o los mensajes de "Luis, sé fuerte", han dejado al presidente en funciones sin ningún argumento, más allá del "y-Tumás" y el culpar a los socialistas de los casos de corrupción que tampoco ha limpiado.

La "vieja política" ha quedado retratada en las retinas de los ciudadanos, por las acusaciones de Albert Rivera, convertido en el hombre fuerte del bloque. Rivera ha llevado al popular a un callejón sin salida, donde Rajoy sólo ha sabido defenderse acusando de que su adversario una vez pagó una factura en negro. Podemos se ha erigido como la muleta de los emergentes, citando una larga lista de empresas donde exsocialistas tendrían cargos en los consejos de administración.

Catalunya, fuera de juego

Tres de los contendientes parecen no entender nada del procés, ni de lo que ellos llaman el "desafío independentista". Rajoy ha repetido el discurso sobre la unidad de España, tema que comparte con Rivera, al tiempo que Sánchez se ha comprometido a impulsar la reforma de la Constitución para construir un modelo federal. Para ello sería necesaria una mayoría del Senado y del Congreso que no tiene, por lo que ha añadido que "amaría" a los catalanes, dando a entender que ahora no lo están. 

Es en este punto donde Iglesias ha vuelto a defender el derecho a decidir, dando un giro de discurso, palpable de unos días a esta parte. El líder podemita defendió este domingo en Barcelona que quería ser el presidente de todos los españoles y catalanes, es decir, un 'no' a la consulta. Sin embargo, este ítem ha quedado eclipsado por la constatación de una evidencia aparecida en el debate: Podemos necesita la mayoría del PSOE para gobernar y éste no está por la autodeterminación.

La economía y los impuestos flotantes

El próximo gobierno determinará el modelo económico, en un momento donde la Unión Europea amenaza con no garantizar la prórroga por el cumplimiento del déficit. Rajoy ha defendido que España no había sido rescatada por las instituciones comunitarias, circunstancia que afirma hubiera producido con los rivales. Estos han hecho un frente común espontáneo, donde le han reprochado que envíe cartas a Bruselas asegurando que llevará a cabo más ajustes, mientras que en el Estado propone bajar los impuestos.

Según el PSOE y C's, la medida no se puede implementar, pero Rajoy se refugia en la posibilidad de que alcanzar 20 millones de empleados para 2020 le permitan recaudar cotizaciones y mantener el sistema público. A Iglesias todos le han increpado que quiera subir el IRPF y acabar generando un modelo "como el de Grecia". Los socialistas apuestan por introducir un impuesto entre las grandes fortunas, para financiar las pensiones y C's quiere la transformación del modelo económico y el pacto ducado.

Pactos: Sánchez pincha

Si de algo ha servido el debate en términos pragmáticos es para constatar que no habrá unas terceras elecciones. O al menos, así lo aseguran los cuatro. Rajoy ha sido taxativo, indicando que él no permitiría gobernar a otro y quería la gran coalición. Iglesias ha insistido con el gobierno de izquierdas-progresista y Rivera ha vuelto a erigirse como partido bisagra entre los dos grandes. ¿Pero qué pasará si el PSOE queda como tercero y Rajoy acepta el encargo del Rey? Esta es la pregunta más importante y que en dos horas y media de debate nadie ha preguntado, ni Sánchez contestado.