El recorrido político del juicio del 9-N ha acabado en el mismo lugar donde empezó el lunes, en el Palau de la Generalitat. Tant pronto como ha quedado visto para sentencia, los tres encausados se han dirigido de nuevo a la plaza Sant Jaume de donde salieron el lunes a pie para ir al juzgado y se han reunido con el president, Carles Puigdemont. Todo, con la voluntad de enviar un mensaje claro y nítido al Estado: el desafío continúa en pie.

"Si el Estado ve como un desafío que 2,3 millones de personas vaya a votar, el problema lo tiene el Estado", ha advertido Puigdemont.

El president ha comparecido en la sala Torres Garcia acompañado del expresident Artur Mas. Los dos vestidos con traje azul con corbata azul y el pin de president. Tras cada uno de ellos una bandera. Puigdemont ha recordado que si Mas no hubiera dado el paso al lado a principios de enero del año pasado, esta semana habría estado ante el tribunal un presidente en ejercicio.

Este era el último movimiento de una coreografía perfectamente estudiada que el Govern Puigdemont y los encausados han ido desplegando a lo largo de toda la semana para dejar claro que el embate judicial no ha provocado ninguna fisura en la estrategia del procés.

Rajoy, a tiempo de rectificar

A pesar de todo, Puigdemont ha querido reiterar una vez más al Gobierno de Mariano Rajoy que siempre es tiempo de "rectificar". "Incluso en tiempo de descuento como ahora", ha remachado.

El president ha subrayado que el Govern se ha reconocido en las palabras de Mas, Irene Rigau, y Joana Ortega y les ha agradecido que "no hayan renunciado al compromiso de ser fieles al pueblo de Catalunya" y que hayan defendido la dignidad de éste. La exvicepresidenta y la exconsellera seguían la intervención desde la primera fila, con el exconseller Francesc Homs.

"El 9-N es un hito democrático del que todo el país se tiene que sentir orgulloso y nosotros nos sentimos", ha asegurado, para insistir en que aquél fue un día histórico y que el Estado se tendría que preguntar porque la gente se emociona con aquella votación y se indigna cuándo conoce las sentencias del TC.

La suerte está echada

"Alea iacta est (los dados están tirados) –ha sentenciado Mas al tomar la palabra- Estamos en manos de tres magistrados que tienen que decidir sobre nuestra suerte penal". No obstante, ha querido dejar claro una vez más que sea cuál sea la sentencia en su "intimidad" no se siente culpable de haber hecho nada mal hecho. "Y haya la sentencia que haya, no la tendré", ha remachado asegurando que esta es la "única sentencia" que teme.

Mas ha agradecido el apoyo que han recibido del Govern y de la gente durante toda esta semana – "que no era fácil ni agradable" -, ha recordado que 40.000 personas los acompañaron desde la calle el primer día y ha asegurado que aquello no era "un numerito", como algunas voces han reprochado.

"Hemos ido a juicio por los hechos, no por un supuesto delito de desobediencia que casi hace reír. Vamos porque 2.344.328 personas y porque 42.000 voluntarios y porque 942 ayuntamientos se lo creyeron, y salieron adelante y convirtieron el 9-N en uno de los hechos democráticos y de comportamiento cívico más notables en ningún sitio de Europa", ha asegurado.

El expresident ha acabado su intervención citando la sentencia de Theodore Roosevelt que "una democracia para crecer ha de progresar cada día, porque si no deja de ser grande o deja de ser democracia". "Después del juicio del 9-N, haya la sentencia que haya, la democracia española, que ya no era muy grande, es un poco más pequeña”, ha advertido.