No irá a proponer nada, sino a explicarse. Esta es la intención que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, tiene en sus planes de futuro inminente, cuando viaje a Madrid para hablar al Congreso sobre el proceso y el referéndum, aunque tiene claro que irá directamente aunque el Tribunal Constitucional suspenda el decreto de convocatoria, que tiene previsto firmar a finales de agosto o principios de septiembre.

Puigdemont, que se ha mostrado confiado a ir antes del verano, ha explicado en El món a RAC1 que esta semana enviará una carta a la presidenta de la cámara española, Ana Pastor, para preguntarle formalmente si acepta su visita.

Sin embargo, Puigdemont, que se ha lamentado —otra vez— de que ya ha pedido muchas veces negociar con el Estado, así como que lleva desde que es president "reclamando el reconocimiento del problema" porque sin eso es imposible llegar a acuerdos, se ha cuestionado por qué nunca se ha votado en el Congreso la propuesta española para Catalunya y se ha respondido él mismo con una nueva pregunta: "¿será porque no tienen?".

Garantizar la celebración

Antes, sin embargo, de firmar la convocatoria, el Govern explicará el contenido de las leyes de la desconexión. Será a finales de junio o, como muy tarde, la primera semana de julio. Una vez explicada, se tendrá que aprobar. Este será el paso previo para garantizar la celebración del referéndum, que se celebrará aunque sea contra la voluntad del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

El papel del Rey en todo eso es, en cierta manera, positivo para Puigdemont, que considera que "si se mantiene al margen, puede ayudar más a preservar un rol futuro si el Gobierno rectificara y quisiera negociar".

Aparte de eso, Puigdemont ha puesto de relieve que la única persona que está claro que firmará la convocatoria es él mismo, aunque se ha mostrado abierto a aglutinar las firmas de todos los miembros del Govern para dar todavía más señal de unidad.

Enfermedad mental

El presidente de la Generalitat, además, ha querido enviar un mensaje bien claro a los incrédulos que todavía creen que el proceso no saldrá adelante y que los catalanes no votarán, o bien que van haciendo propaganda de la disminución de los apoyos a la cuestión catalana, como la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría.

Precisamente por todo eso ha dejado claro que "el conflicto de Catalunya no es un holograma, una enfermedad mental de unos políticos que un día les cogió una insolación" y que se toma el papel de presidente "con mucho orgullo, aunque tiene una duración muy limitada".