El "nuevo rumbo" que el secretario general Pedro Sánchez prometió traer a España la noche de su victoria en Ferraz hacía días se difuminaba en el horizonte como un sueño frustrado. El diputado 85 del PSOE, Pedro Quevedo, aprobaba los presupuestos Mariano Rajoy. Sánchez llamaba al presidente para garantizarle su apoyo para evitar el referéndum. Y con Podemos seguía la gresca por el electorado de izquierdas. Pero pronto Sánchez ha desplegado su estrategia para ganar votos, a través de impugnar los pactos de la gestora socialista con el PP, mimetizándose con la formación morada y avivado así el temor del ejecutivo de Rajoy.

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, denunció este miércoles la "radicalidad" del PSOE, después de que esta formación se haya abierto a que los excomisarios Eugenio Pino y José Ángel Fuentes Gago comparezcan en la comisión sobre la Operación Catalunya. La cuestión es que en tiempo de la gestora dirigida por Javier Fernández –y con Antonio Hernando como portavoz–, la posición oficial era la de un pacto con el PP para que estos no asistieran. El propio Zoido reconoció el cambio de tendencia de los rivales, acusándoles de buscar un rédito electoral con el giro.

El hecho es que las "cloacas del Estado" han sido desde el nacimiento de Podemos uno de los buques insignia de la formación, entendiendo que formaban parte de las sinergias entre PSOE y PP. Interior es el vivo ejemplo, como insinuó Zoido apelando al "rigor y la prudencia" del partido rival con sus intentos de fiscalizar el ministerio. Tal sería la gravedad del intento que el propio exdirector de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, advirtió al diputado Antonio Trevín, cuando compareció en el Congreso este jueves: "El PSOE ha gobernado y lo quiere volver a hacer, así que dejen de ensuciar la imagen de los funcionarios", le desafió.

Pero Sánchez está dispuesto a lanzarse en plancha sobre el electorado de los podemitas. El nuevo secretario general difundió este jueves el vídeo promocional del 39º Congreso del partido –que se celebrará en Madrid los días 16, 17 y 18 de junio. En él, Sánchez reivindica que el PSOE "es la izquierda", que atacará "la precariedad, los recortes las mordazas y la desigualdad". Esto llega porque fuentes de la formación consideran que no hay en España más de 5 millones de votos "radicales". Es el porcentaje que obtuvo la formación morada, y donde quieren incidir en Ferraz para curar el "desencanto" de sus electores y recuperarlos.

Por eso mismo, en el vídeo hay un guiño a las movilizaciones populares. "Habéis salido a la calle para luchar por el país que queréis y decir bien alto: Basta", se lee en los subtítulos, donde se añade "el PSOE ha escuchado este grito y ha reaccionado sin dudar". El hecho es que Podemos siempre ha reivindicado el legado del 15-M, y en la asamblea de Vistalegre II triunfaron las tesis de Iglesias sobre compaginar la lucha en la calle con la presencia en las instituciones, en detrimento de las de Íñigo Errejón, quien apostaba por el trabajo parlamentario. Ahora Sánchez podrá seguir a Iglesias, pues no tiene escaño en el Congreso ni quiere ser senador.

Y para acabar de completar la mimetización con la formación morada, Sánchez también se ha apropiado del discurso sobre erigirse como verdadera "alternativa a la derecha". Eso ha llevado al grupo socialista a pasar del "no" en la moción de censura a Rajoy –del próximo 13 de junio– a repensarse la abstención –algo que el portavoz José Luis Ábalos todavía no ha confirmado. El PP ya ha puesto el grito en el cielo y el portavoz Rafa Hernando les recriminó "no tener claro" su voto. De ser así, el PSOE podría medio salvar los muebles ante la estrategia de Podemos de situarles al lado de los populares en la votación.

Así las cosas, el PP ha encontrado la manera de recordar al "nuevo PSOE" las mochilas del "viejo". En la comisión sobre la financiación ilegal del populares, el diputado Fernando Martínez Maíllo se quejó de que esta se convirtiera en "una causa general" contra su partido y amenazó con vengarse en el Senado –donde hay una comisión homóloga, pero de todas las formaciones. Aquí citó el caso de los ERE en Andalucía y una posible comparecencia de Susana Díaz. Una advertencia sutil para avisar a Sánchez de que continúa dirigiendo un PSOE que no hace muchos años era el de Alfredo Pérez Rubalcaba y Felipe González.