El PSOE y Podemos se enfrentarán antes del verano a los respectivos procesos internos, con consecuencias en la lucha que mantienen por el liderazgo de la izquierda. El Vistalegre II de la formación morada será los días 10, 11 y 12 de febrero, mientras el 39º congreso federal de los socialistas se alargará hasta el 17-18 de junio. Pero más allá documentos y disputas, estos cuatro meses tendrán una implicación directa cuando acabada la legislatura los electores decidan con qué candidato y qué proyecto se identifican. Comunismo. Populismo. Socialismo con sentido de Estado. O sin éste.

Mientras el exsecretario general, Pedro Sánchez, se postulaba para las primarias este sábado, y el exlehendakari Patxi López, lo hacía hace semanas, la presidenta andaluza Susana Díaz todavía no ha dado el paso al frente, pero los suyos dicen que hace meses que gesta su candidatura en silencio. El último movimiento fue la semana anterior, cuando visitó una agrupación en Castilla y León.

En el campo ideológico, Díaz es la tradición que simboliza el PSOE de Estado felipista, partidaria de blindar junto al Partido Popular la unidad de la "Nación", de abstenerse para frenar el soberanismo y de los pactos de despacho restringidos. Ello no le impide querer desbancar al PP, pero desprecia el populismo y no quiere depender de Podemos. También es la candidata del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero –quien hace semanas le dio apoyo en público–, de los extremeños, la Meseta y los aragoneses.

Díaz diagnostica que la socialdemocracia está en crisis y por eso el PSOE ha dejado de ser un partido ganador. Esta es la premisa que regirá el proceso de reflexión emprendido esta semana por el diputado vasco Eduardo Madina y el economista José Carlos Díez, hasta culminar en el congreso de junio. El paso de los meses permitirá a Díaz difuminar la etiqueta de golpista por destronar a Sánchez.

Contrariamente, Sánchez y el exlehendakari defienden que el problema del PSOE es que se parece demasiado al PP en el eje izquierda-derecha y en lo territorial. "No es no", decía Sánchez. "Queremos un partido diferenciado de la derecha", resume López. No parece que vaya a haber una candidatura de unidad por ahora, pero la división podría ser letal para los intereses de los críticos con la andaluza. Sánchez ha pasado tres meses con su coche intentando "recuperar al PSOE" para las bases y ha perdido visibilidad. Está solo, y algunos antiguos afines como el PSC o su exsecretario de organizació, César Luena, le han dado de lado, mientras el vasco cuenta con un apoyo soterrado de personas del entorno del exdirigente Alfredo Pérez Rubalcaba, como Rodolfo Ares, Óscar López.

De ganar Sánchez, guiñaría el ojo a los independentistas, haría que el PSC se sintiera más cómodo en Madrid, y no despreciaría a Podemos, como lamenta que hizo en su investidura fallida. En el fondo, el exsecretario general siempre se había reflejado en los podemitas y había intentado huir del PSOE de Estado, pero se excusaba con que el partido le impedía adoptar otra vía.

Díaz se parecería a Iglesias porque tiene aquella bastante alfa de hacer levantar un auditorio apelando a la parte emocional

Si los polos opuestos se tocan, Díaz se parece al secretario general de la formación morada, Pablo Iglesias. Ambos tienen la fuerza alfa para levantar un auditorio apelando a las emociones. Iglesias tampoco quiere pactar con el otro, el PSOE –al menos no en posición de desigualdad–, ni parecerse a ellos. Eso le protege de los reproches sobre que se tendría que haber abstenido para que gobernara Sánchez.

Pero el líder podemita es al mismo tiempo el antagonista de la andaluza: viene de la tradición obrera que quiere dar miedo a los poderosos, además de quitarles privilegios, acabar con las puertas giratorias y cavar trincheras. Su lucha está principalmente en la calle: protestas, manifestaciones. Es más próximo al corriente de los anticapitalistas, aunque estos presentarán un proyecto propio. Un comunista clásico, al uso. Por eso, quiere una alianza con Izquierda Unida, es brusco en las formas –como con la "cal viva"– y tiene una concepción de partido leninista: el máximo poder debe ser para la cúpula, y si alguien le cuestiona, que le desbanque.

Y en esas se encuentra su número dos, Íñigo Errejón. Después de que este miércoles se reunieran los dos con sus documentos para el Vistalegre II y fracasaran al llegar a un acuerdo, no son pocas las voces que instan a Errejón a que se presente, –en público, Juan Carlos Monedero. Errejón sabe que puede ser un candidato temido. En la consulta propuesta por Iglesias para decidir el procedimiento de votación en Vistalegre, el líder se impuso por muy poco. Iglesias decía que proyecto y candidato se tenían que votar juntos porque no defendería propuestas de otros, y Errejón, que por separado.

Si bien, el secretario político no esta aún en la lucha por la secretaria general, y por eso, ha intentado recortar los poderes del número uno. Por ejemplo, con la propuesta de limitación a Iglesias para que no pueda convocar consultas a las bases cuando lo desee. En medio de ambos, la número tres, Carolina Bescansa, ha abogado por la "unidad" y ha reconocido que las acciones del líder han debilitado el partido. También hay pugna por la organización: Errejón quiere descentralizar poder de la cúpula, hacia los territorios. El compañero se revuelve, afirmando que es el otro quien tiene demasiado peso en la organización y visibilidad en el Congreso.

Errejón habla de "construir pueblo", como una religión civil, pero ciertos medios le dan apoyo como si fuera "moderado"

Pero de fondo, el 'cerebrito' de Podemos es otro proyecto. Él quiere un partido ganador que busque al elector transversalmente. Quiere estar en la calle pero ser útil "mientras tanto" en las instituciones. Al mismo tiempo no quiere dar miedo, sino ser suave en las formas para seducir a los no convencidos, y acercarse al PSOE para pactar con ellos, aunque sea a golpe de abstenerse.

Pero quién le conoce, afirma que no es de ninguna manera el "moderado", sino que sería más radical que Iglesias. Errejón es populista y se ve cuando habla de "construir pueblo", es decir, de una especie de religión civil. Y aquí destaca un detalle: los diarios estatales han posicionado de su lado mayoritariamente. Quizás porque parece mas moderado que Iglesias, quizás porque este levanta recelos, o quizás porque si Díaz gana en el PSOE, se intuye la debilidad de Podemos si Errejón se presenta.