La propuesta que ha aprobado la asamblea de los comuns de crear una República catalana dentro de España ha provocado estupor en amplios sectores políticos, que han visto falta de solidez. En primer lugar porque el Estado español es una monarquía y en este momento ninguna de las grandes formaciones políticas españolas propone un cambio de régimen, ni siquiera Podemos, que mantiene una relación institucional con el Rey Felipe VI.

Algunos observadores políticos, entre ellos dirigentes de otros partidos, han puesto en cuestión que pueda haber una República dentro de una monarquía y han reaccionado con ironías.

Este ha sido el caso de Ferran Civit y Gabriel Rufián, de Junts pel Sí y ERC, entre muchos otros tuiteros.

 

 

 

 

 

 

La reivindicación de una República catalana dentro de un modelo de inspiración confederal fue defendida por el presidente Francesc Macià en 1931, cuando la proclamó desde el balcón del Palau de la Generalitat. Pero la propuesta fue rechazada y solo duró tres días, porque el Gobierno español republicano sólo aceptó la restitución autonómica de la Generalitat. Sobre el papel, sin embargo, la idea de Macià tenía coherencia porque se trataba de una República catalana dentro de un modelo igualmente republicano.

En un escenario diferente, de confrontación con el gobierno de la CEDA, en 1934 el president Lluís Companys proclamó el Estado catalán dentro de la República federal española, en un rango inferior al de Macià en 1931. Sin embargo, la respuesta del gobierno republicano fue represiva, lo interpretó como un intento de secesión y encarceló al Govern de la Generalitat. En este caso se trataba de un Estado dentro de la República española, nomenclaturas que hoy día se consideran habituales en los modelos federales, como en Alemania o en Estados Unidos.