Un día más en las portadas impresas de Madrid, un día más en la guerra de los tres diarios antigubernamentales para tumbar al gobierno de Pedro Sánchez. La cruzada de El Mundo, ABC y La Razón es de las que hacen perder la perspectiva. Se nota en algunos detalles.

El más chillón es El Mundo, que presenta a los responsables de las cuentas públicas como un grupo de tahúres intentando engañar a Bruselas, a las Cortes y a todos los españoles enseñando una carta falsa con la mi derecha mientras bajo la mesa preparan otra con la izquierda porque "es fácil".ME

Lo atribuye a dos motivos. Por una parte, el PSOE pretende distraer con unas cuentas falsas para hacer tiempo hasta que pasen las elecciones andaluzas y, entonces sí, enseñar los presupuestos de verdad, que incluirán los recortes que la UE exige.

De otro lado, Podemos, el socio, tiene sus propios motivos. Pablo Iglesias debe convencer a Oriol Junqueras de votar a favor de los presupuestos porque "así facilitaría su libertad", como dice en un subtítulo. Que eso sea un imposible jurídico y político no es la parte más triste de esta intoxicación. La parte más triste es que el diario pretende hacer creer que el líder republicano se dejará enredar y morderá el anzuelo. Qué infantil. Quizás sea aun más preocupante que construyan todo este relato para que alguien se lo crea –que más de uno se lo creerá, porque no hay peor fanático que el que quiere.

La Razón hace un trabajo parecido. Este diario, sin embargo, construye otra motivación: el gobierno español quiere hacer aprobar los presupuestos en medio del juicio, esperando que así hará creer a los independentistas que su voto favorable servirá para "suavizar" las acusaciones a los presos políticos y exiliados.

LR

Es decir, en uno y otro caso, la justicia española tiene que colaborar con Pedro Sánchez para combinar una rebaja en la acusación y en las penas con la aprobación de los presupuestos. ¿Cómo puede ocurrir? ¿Dónde queda la independencia de la justicia con que los mismos diarios llenan páginas y páginas de solemne indignación? No tiene ni pies ni cabeza.

Cuando no tienes datos ni hechos, lo que "es fácil" es componer una información atribuyendo al adversario –el enemigo, más bien– las intenciones más perversas y fabricando conjuras que no te las crees ni tú. Es una trampa clásica: de entrada, el acusado no lo puede aceptar y, si intenta desmentirlo, amplifica la sospecha de ocultar motivaciones bastardas y la bola todavía se hace más grande.

EP

ABC