Este viernes, las portadas de la prensa impresa de Madrid piden paciencia. No las mismas portadas, no, sino la dificultad enorme en resumir en un título qué pasa al Parlamento. Como es difícil, pasan del fondo y cada diario lo viste de la manera que más favorece su relato, igual da seis o sesenta, con el objetivo poco disimulado de acoquinar a los diputados indepes, sobre todo al presidente del Parlament, Roger Torrent.

La versión corta, para los que tienen prisa (perdona la expresión), es esta: el desacuerdo entre los dos bloques de la mayoría, JxCat y ERC, sobre la delegación de voto de los diputados presos y en el exilio ha obligado a aplazar el debate de política general en el Parlament, como ya pasó en junio. Señal de que el independentismo ha cerrado en falso la herida abierta el 30 de enero al no ponerse de acuerdo para investir a Carles Puigdemont. Muestra de la debilidad del Govern, que tiene una base parlamentaria frágil. Síntoma de que todo puede acabar en nuevas elecciones.

A partir de aquí, las versiones son estas:

El Mundo titula con tres bolas. En la primera busca a un culpable (Puigdemont), describe la situación como "caos" (se llama aplazamiento, bloqueo si quieres), y hace un juicio de intenciones (quieren desacatar al Supremo). En la segunda dice que se ha pactado contra los letrados (otro juicio de intenciones). En la tercera se inventa un futuro apocalíptico, en condicional, el tiempo verbal de los que nadan y guardan la ropa o te quieren asustar.

ME

La Razón interpreta la situación como un bloqueo del Parlament. Puede ser, aunque el Parlament funciona, justamente porque ha decidido aplazar el plenario. Acto seguido, añade que Torrent no hace caso al informe de los letrados, etcétera. A ver, el informe de los letrados acepta el acuerdo entre JxCat y ERC y, en cualquier caso, atenderlo es potestativo, pues no son los depositarios de la soberanía popular.

LR

A ABC parece que le ha asustado la complejidad del asunto y opta por hinchar el perro con una decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) que era obvia, porque la recurrente no había agotado los recursos en el Estado español. Les debe parecer munición suficiente y lo presentan como si el TEDH diera carpetazo al procés. La foto es del Parlament, en disonancia con el titular principal. El titular pequeño habla de "desobediencia" de los separatistas, sin cortarse. Todavía no han desobedecido nada, pero se conoce que el diario monárquico tiene ganas de que así sea.

ABC

El País escoge no explicar el enredo y va directo a sus consecuencias: el Gobierno se tambalea, el Parlamento está bloqueado –y dale. Explica qué pasa, que ya es bastante grave, en contraste sangrante con los otros tres, que ponen más ruido que nueces con tantas palabras cargadas y dramáticas (a eso se han apuntado también La Vanguardia y El Periódico, que hablan al alimón de "colapso").

EP

La versión larga... es larga. El Parlament ha aplazado el plenario por las discrepancias entre JxCat y ERC, y las dudas de los letrados de la cámara, sobre cómo aplicar la suspensión de los diputados en prisión provisional (o en el exilio) por rebelión.

Joaquín Urías, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla y exletrado del Constitucional, ha explicado que la suspensión es un automatismo impuesto por la ley de enjuiciamiento criminal, no por Llarena: cuando el auto de procesamiento por terrorismo o rebelión es firme, el procesado es cargo público y está en la prisión, queda suspendido de sus funciones públicas. Es un automatismo legal, pero no está claro cómo se aplica.

Interpretación o desobediencia

El Parlament tiene que interpretar la ley y decidir como ejecutar la suspensión, siempre provisional hasta que no sean condenados en firme, y sin alterar las mayorías parlamentarias, sigue Urías. Puede aprobar la delegación de las funciones (entre otras el voto) de los procesados en uno o varios parlamentarios. También puede decidir sustituirlos temporalmente.

El acuerdo entre JxCat y ERC –al que se sumaron los comunes– elegía esta segunda opción. Mientras Junqueras y Romeva ya han designado sustitutos, los cuatro de JxCat (Puigdemont, Rull, Turull y Sánchez) mantienen la delegación voto por voto en el diputado Albert Batet, como antes de que el auto del juez Pablo Llarena se confirmara –como queriendo decir que aquí no ha pasado nada.

Aquí es donde todo se enreda. Los letrados del Parlament dudan de que la decisión de JxCat encaje con una suspensión. ERC también arrastra los pies. Los partidos de la oposición, naturalmente, se oponen –y han armado un gran escándalo.

Más dudas

Urías dice que los diputados que se sientan perjudicados por la decisión del Parlament –o de la Mesa– la pueden recurrir. Pero para aclarar la interpretación, no vía querella y buscando la sanción penal. No se trata de una desobediencia, sino "de una discusión jurídica legítima". "Y eso –concluye– por no hablar de hasta qué punto la ley obliga a suspender a alguien que está en libertad en Bélgica pero con orden de prisión en España. O de si es posible suspender sin rebelión violenta. En fin, estamos ante un debate legal. No hay una única solución y el debate es razonable".

La clave es que JxCat no quiere aparecer como quien acepta el auto de Llarena, porque consideran arbitraria y falsa la instrucción del Supremo. Al mismo tiempo, ERC y el presidente el Parlament no quieren que sus decisiones sean interpretadas como una desobediencia o un desacato y acaben con más gente en prisión, que para los indepes es barata. Los republicanos (y la oposición) saben bien que la interpretación final depende de a quien tiene más poder para ejecutarla, el Supremo en este caso, que no es la abuelita que tanto te quiere.

Quizás es lo que decía Javier Pérez Royo: Catalunya no tiene Constitución, tiene Código Penal. El miedo planea sobre la mayoría indepe y su debilidad parlamentaria es la consecuencia lógica. Un detalle: el silencio atronador en Twitter de los diputados de JxCat y de ERC este jueves por la tarde.

Si has llegado hasta aquí, relee ahora las portadas del trío antigubernamental de diarios de Madrid y piensa si te lo quieren explicar o te quieren asustar.