Cuando pensábamos que no podían ir más allá, lo hacen. Los diarios de Madrid vuelven a comparar hoy al independentismo con ETA y a Quim Torra con la ultraderecha más radical de Europa, vuelven a insultar al president de la Generalitat investido ayer en el Parlament y vuelven a emplazar al gobierno de Mariano Rajoy a estar atentos a los pasos que vaya siguiendo y a aplicar, si cumple con lo que prometió en su discurso, un 155 más duro que el que se ha aplicado hasta ahora.

Juzgando los hechos sin que hayan sucedido, la prensa española ve el Govern Torra como una amenaza más dura que la que cernía hasta ahora —siempre según su punto de vista— en Catalunya, pero también en todo el Estado español y se lamentan de que esto es una "pesadilla" que puede acabar muy mal.

Esta vez tampoco les sirve que se haya investido a un president que no tenga cargos judiciales a sus espaldas. Es lo que venían pidiendo desde hacía tiempo, cuando rechazaban a todos los posibles candidatos a la Presidència de la Generalitat por estar perseguidos por la justicia española. Pero, de nuevo, tampoco les sirve y, justamente por eso, parece que tengan ganas de que Torra cometa el más mínimo error para dar argumentos al ejecutivo del PP y a sus aliados —PSOE y Cs— para volver a aplicar la norma suprema en Catalunya e intervenir su autonomía, si es que dejan de hacerlo ahora que en pocas horas se nombrarán todos los cargos del nuevo Govern.

La catástrofe de la desobediencia

Sin esconder el miedo que les proporciona la formación de un nuevo Govern independentista, El País, que titula su editorial como "Quebrar la Generalitat", prueba de calmar los ánimos sosteniendo que "la unidad de los demócratas impedirá que el ‘president’ Torra viole la ley".

Mientras juzgan, además, el discurso del nuevo president subrayando que "contra lo que proclama el secesionismo, su objetivo no es recuperar las instituciones de autogobierno de Catalunya", también destacan que el propósito del nuevo ejecutivo catalán es "representar solo a una parte de la ciudadanía, la que sigue creyendo en la desobediencia, la ilegalidad y los hechos consumados", hecho que, a su parecer, "se traduce en un desprecio absoluto a las instituciones de la Generalitat".

Precisamente en este sentido, el diario citado se lamenta de que "nunca se había quebrado tanto el prestigio institucional de la Generalitat" y eso, según su punto de vista, hace ver que la legislatura será "entre mediocre y catastrófica", motivo por el cual vuelven a instar al gobierno de Mariano Rajoy a "evitar que la peligrosa retórica por este formulada adquiera el más mínimo viso de realidad" porque tienen claro que " España seguirá siendo un Estado de derecho donde nadie esté por encima de la ley".

En otro artículo bautizado como "Pesadilla en Barcelona", Javier Cercas se cuestiona si "representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual", mientras pone encima de la mesa que "es un entusiasta de Estat Català, un partido fascista o parafascista y separatista que en los años treinta organizó milicias violentas con el fin de lanzarlas a la lucha armada".

Después de repasar los escritos de Torra, Cercas suelta que "hasta aquí, el asco y la vergüenza; ahora viene el miedo" y sostiene esa idea bajo el argumento de que "Torra ha prometido en el Parlamento catalán hacer exactamente lo mismo que, en nombre de la democracia y sin el más mínimo respeto por la democracia, hizo su antecesor en la presidencia de la Generalitat".

Por todo eso, el autor pide "parar esta pesadilla", aunque lamenta que "no sé si merece ya la pena pedir ayuda a un Gobierno español que ni siquiera ha sido capaz de explicar a la opinión pública europea qué es lo que está pasando en Catalunya".

Racista del pasado

La Razón, bajo el título "Un racista impropio para cargo público", se muestra decepcionado en su editorial porque considera que "hemos dado un salto en el tiempo. A muy atrás" y no tiene ningún problema en comparar al independentismo con ETA soltando que Catalunya ha vuelto "a la época de Sabino Arana y su etnicismo paleto".

Comparando a Torra (también) con "Marine Le Pen, o el ultraderechista holandés Geert Wilders", se lamentan de que ellos "se cuidaron muy mucho de expresarse con el desprecio y odio con que lo ha hecho el ya presidente Torra" y rechazan las disculpas del president de la Generalitat investido lanzando al aire la pregunta "¿le importa a alguien que ayer hubiese pedido perdón?".

Eso sí. Los de Francisco Marhuenda admiten que "pocos estaban ayer atentos al relato de gobierno de Quim Torra", al mismo tiempo que siguen preguntándose: "¿Cuántas más pruebas quieren algunos para asumir que los fanáticos se dan la mano con fanáticos para hacer caer nuestro sistema de libertades?".

Por todo eso, consideran que "el coqueteo con los límites de la ley continúa", mientras recuerdan que "los tribunales siguen su ritmo y los encausados por el «procés» hacen frente a sus responsabilidades" y advierten de que así será "hasta que se cumpla la ley, la Constitución y el Estatuto" porque, insisten, "el Estado prevalecerá frente a los golpistas".

El supremacismo en el poder

Con aires de desmoralización, ​El Mundo se lamenta de que "se suponía que la investidura de un candidato sin cargas judiciales serviría para devolver a Catalunya a la legalidad, para que el artículo 155 decayera y para que los ciudadanos pudieran encarar un futuro de estabilidad política y distensión social", pero muestran una brizna de esperanza sosteniendo que "solo queda en pie una esperanza para la recuperación de la normalidad democrática: que el nuevo Govern incumpla punto por punto su palabra".

Volviendo a ampararse en los insultos hacia Torra tildándolo, de nuevo, de "fanático puro, insobornable, y por ello letal para la convivencia", cargan contra todas las medidas propuestas por el nuevo president, al mismo tiempo que se cuestionan si "se puede investir a un racista en la Europa del siglo XXI".

Eso sí. Como hacen el resto de periódicos citados, éste también atribuye al gobierno del PP parte de la responsabilidad al considerar que "Torra y el Govern que ahora forme llegarán exactamente hasta donde le deje el Estado" y se muestran confiados de que "esperamos que la altura de miras prime sobre los intereses partidistas y vuelvan a acordar una posición común imprescindible para hacer frente a la provocación que desde el primer día encarnará una Generalitat dirigida por Torra".

Así pues, y ya repitiendo lo mismo de cada día, sentencian en su editorial que "si es preciso, el 155 deberá volver a activarse", pero, eso sí, "esta vez procurando que sirva para llegar a un punto distinto de este naufragio al que ha llevado su primera aplicación".

Victoria de Rajoy

Salvador Sostres, sin embargo, lo ve diferente en su artículo de opinión en ABC, que lo titula como "Something so right" en honor a la canción de amor de Paul Simon para sostener que "le resulta fácil admitir lo que se tuerce y lo mucho que le cuesta acostumbrarse a que las cosas le salgan bien" y lo compara, así, con lo que le pasa a España con Catalunya, "aunque por motivos bastante más inconfesables y turbios que el confuso estado emocional del señor Simon".

Para Sostres, la investidura de Torra supone "una apabullante victoria del Estado [...] porque deja sin efecto y reduce a mero folclore el 1 de octubre", pero también porque le ha investido un parlamento que ha salido de unas elecciones convocadas por el presidente Rajoy en virtud de la aplicación del artículo 155", así como porque el único desafío real —aunque patatero— que todavía el independentismo mantenía al Estado, que era la investidura de Puigdemont y su investidura, se ha desvanecido y todo en Catalunya sigue siendo perfectamente autonómico".

El discurso del president investido le recuerda a la época de Jordi Pujol y le resta importancia —a diferencia de lo que hacen los demás diarios— porque, ironiza, "sólo le faltó preguntarse a qué huelen las nubes: retórica de anuncio de compresa, que esconde lo que niega".

Sostres, que describe a Torra como un "camello del sentimentalismo más estéril y ramplón, la droga dura del procesismo", le advierte —también como los demás— de que el gobierno estatal "permanecerá atento a cualquier ilegalidad para abortarla y castigarla", pero sostiene que "no creo que haga falta" porque "España ha ganado como ganan las democracias modernas: con la Ley, sin aspavientos y pese a oportunistas e histéricos que en su odio a Mariano Rajoy comparten con los independentistas la profunda, cateta ignorancia de qué es y cómo funciona un Estado".

Rajoy, con los golpistas

Mientras, Libertad Digital se lamenta en su editorial de que "gracias a Rajoy", que "no ha querido impedir semejante desafuero recurriendo ante el Tribunal Constitucional el voto delegado de los golpistas prófugos Carles Puigdemont y Toni Comín, los golpistas vuelven a tomar la Generalitat", mientras tildan a Torra de "indeseable racista".

El digital citado no se corta ni un pelo a la hora de seguir insultando al president investido soltando que "lo tremendo es que este infame fanático va a tener a su disposición toda la Administración pública catalana", mientras envían un mensaje claro a la ciudadanía: "Si durante la aplicación del artículo 155 de la Constitución no se ha puesto fin al secuestro del sector público catalán por parte de los separatistas, es fácil suponer lo que puede ocurrir una vez estén de nuevo en sus manos los presupuestos y los demás resortes del poder".

Precisamente por todo eso, sostienen que "esta traición lo invalida definitivamente para seguir presidiendo el Gobierno de la Nación", mientras Pablo Planas, en otro artículo titulado "Los golpistas reconquistan la Generalidad con el visto bueno del Gobierno", subraya que los Mossos se cuadraron ante Torra una vez investido y se lamenta de que "el separatismo suma y sigue con Torra, el presidente 131, o el 130 bis en los cómputos de la corte ambulante de Berlín. Es cuestión de horas que el Rey se vea obligado a firmar el nombramiento de Torra, el nuevo presidente catalán".