Rita Barberá vive sus horas más bajas. Después de perder la alcaldía de Valencia –a pesar de ganar las elecciones– y ver como todo el Partido Popular valenciano está bajo sospecha por presunto blanqueo de dinero, ahora la exalcaldesa y todavía senadora se tiene que enfrentar al rechazo de parte de sus compañeros de partido a nivel español.

De hecho, hoy mismo Barberá ha evitado comparecer –de agrado o a la fuerza–, a la reunión de senadores populares con el presidente en funciones del Gobierno español, Mariano Rajoy, principalmente para evitar una fotografía indeseada para quien se vanagloria de tolerancia cero con la corrupción como manera de guiñar el ojo a Ciudadanos de cara a un cada vez más complicado pacto de investidura –pendiente en todo caso de un eventual fracaso de Pedro Sánchez–.

La cosa, sin embargo, no ha acabado aquí. Varios senadores ya opinan abiertamente que Barberá tendría que dimitir y dejar su acta de senadora como única vía para dar una imagen lo bastante contundente contra la corrupción. En paralelo sin embargo, el partido ha protegido Barberá adscribiéndola a la Diputación Permanente, de manera que incluso en caso de convocatoria de elecciones tendría el aforo garantizado.

80 imputados en Valencia

Este miércoles mismo, 19 personas más vinculadas al PP valenciano han sido imputadas, con lo cual este partido ya suma 80 imputados en Valencia, un hecho más que dificulta la continuidad de Barberá como senadora.

Y tampoco ha ayudado nada que también hoy el abogado José María Corbín, marido de Asunción Barberá y cuñado de Rita Barberá, haya querido defender a su mujer asegurando que la apalearía si se enterara de que había dado dinero al PP, una frase bastante desafortunada que no ha caído muy bien entre sus compañeros senadores.

De hecho, el estallido del caso Imelsa en plenas negociaciones para la investidura ha hecho bastante daño al equipo de Rajoy, incapaz de trampear el goteo de imputaciones con una política de fachada de lucha contra la corrupción que al mismo tiempo protege a Barberá con el aforo.

En este sentido, varios senadores ya ven que sólo la marcha de Barberá podría ser un gesto que demostrara el posicionamiento anticorrupción de Mariano Rajoy, aunque el mantenimiento del aforo no deja de ser un movimiento que contradice esta tolerancia cero. Barberá ya es una piedra en el zapato de Mariano Rajoy.