Anomalía política en el País Vasco. En medio de una carrera electoral que culminará el próximo 23 de julio con las elecciones generales en España, el Partido Popular ha decidido regalar sus votos al PSOE. Una situación excepcional, especialmente cuando se tiene en cuenta que los comicios del próximo mes prometen dibujar un escenario que retorna hacia el bipartidismo de hace una década, con populares y socialistas batallando cara a cara para llegar a La Moncloa. Las encuestas señalan que las dos formaciones podrían superar el 30% de votos por primera vez desde el 2011, y en este contexto electoral cualquier alianza o entendida parece imposible de imaginar. Pero precisamente eso es lo que ha pasado en Vitoria, la capital vasca.

Los resultados del pasado 28 de mayo supusieron un auténtico revés para el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que dejó escapar la primera posición hasta caer al cuarto lugar con el 19,7% de los votos después de apartar al vigente alcalde, Gorka Urtaran, y situar como candidata Beatriz Artolazabal. Por el contrario, EH Bildu mantuvo también aquí su tendencia al alza generalizada en todo el país, escalando desde la tercera posición hasta la primera con el 22,8% de apoyos, en una carrera muy igualada. La victoria permitía a la izquierda abertzale soñar con coronarse en Vitoria y conseguir por primera vez la alcaldía de la capital autonómica.

Pero el PSE-EE y el PP lo han impedido. Los socialistas --que desde 2019 habían gobernado en la ciudad en coalición con el PNV-- querían repetir nuevamente la alianza, eso sí, este golpe con la alcaldía a manos de su candidata Maider Etxebarria, que consiguió mantener la segunda posición ampliando ligeramente sus apoyos. Pero los seis concejales del PSE-EE y los otros seis del PNV eran insuficientes para superar los 14 que marcaba la mayoría absoluta, y de no poder superar esta barrera Bildu se llevaría la alcaldía como fuerza más votada. Está aquí donde ha entrado el PP, que ha optado por regalar el voto de sus seis concejales a socialistas y nacionalistas con el único objetivo de evitar un gobierno municipal de Bildu. Una alianza sorprendente y solo comprensible por los equilibrios municipalistas.

La alianza entre PP, PSE-EE y PNV ha sido un auténtico cubo de agua fría por la izquierda abertzale. A pesar de saberse vencidos, han decidido presentar candidatura a la alcaldía, pero la candidata Rocío Vitero solo ha recibido los nueve votos de su partido y de Elkarrekin, la coalición liderada por Podemos. Vitero se ha mostrado orgullosa de haber encabezado la lista más votada a las elecciones municipales, y ha lamentado que durante estas semanas no se haya podido negociar "un gobierno progresista y amplio" en Vitoria. El alcaldable ha ido más allá, acusando al PSE-EE y el PNV de haberse aliado "con la derecha rancia" de los populares. "Ellos sabrán a qué precio, pero tenemos claro que eso no es lo que la ciudadanía pidió", ha denunciado. En todo caso, la cita en las urnas del 23 de julio tiene que servir para "volver a demostrar el cambio de ciclo político" que se está viviendo en el País Vasco.

Bilbao y San Sebastián continúan en manos del PNV

El relevo de los nacionalistas vascos en Vitoria no se ha repetido en las otras capitales de provincia, donde el PNV ha podido mantener la alcaldía a pesar de la pérdida generalizada de apoyos. En Bilbao, la formación ha vuelto a liderar la lista de formaciones más votadas, pero dejando escapar dos regidores y con seis puntos menos que en 2019. A pesar de sacar la mitad de votos que los rivales vascos, Bildu ha escalado ahora hasta la segunda posición y sumado cuatro puntos de apoyo. El hasta ahora alcalde Juan Mari Aburto ha conseguido los votos de los cinco regidores del PSE-EE, vitales para superar la mayoría absoluta, gracias al acuerdo para conformar un gobierno de coalición.

Mientras tanto, en San Sebastián, los resultados han dibujado un escenario más complicado para los nacionalistas, pero la victoria del 28 de mayo ha sido suficiente. El PNB repitió como partido más votado, a pesar de perder 10.000 votos y sentir el aliento de Bildu en la nuca. La izquierda abertzale estuvo a punto de celebrar el sorpaso, quedándose a menos de un punto y medio de sus rivales y sumando nuevamente más apoyos. Pero en la sesión de investidura de hoy, ha sido el PNV quien ha sabido imponerse: Eneko Goia ha revalidado la alcaldía gracias a los nueve votos de su formación y los 10 votos en blanco de PSE-EE, PP y la coalición de Podemos, los suficientes para superar los ocho apoyos que ha recibido la candidata de Bildu.