"¿Por qué Ciutadans obtiene más votos que el Partido Popular en Catalunya?", se preguntaba un alto cargo de la formación de Mariano Rajoy hace un año en un encuentro en Madrid. Los populares manifestaban inquietud porque el partido naranja hubiera alcanzado los 25 escaños en las elecciones del 27-S de 2015, abriéndose camino en el Congreso con 40 diputados el 20-D de 2016. El procés solo hacía que empezar, pero con este interrumpido por la aplicación del 155, las encuestas revalidan una pinza de 24-25 escaños para Cs y un desplome hasta los 6-7 para el PP; un pronóstico que el equipo de Rajoy quiere contrarrestar reivindicando en campaña la intervención de la Generalitat.

"Es el partido que ha tenido el coraje de enfrentar las elecciones para que la democracia y la legalidad se voten", decía el portavoz de comunicación Pablo Casado este lunes en la rueda de prensa posterior al comité de dirección de la formación. Casado insinuaba de ese modo que Cs se estaría llevando los réditos de haber aplicado el 155. Se infería así del CIS de octubre, que mostraba un crecimiento del 4,5% de la formación de Albert Rivera en elecciones generales. Si bien, pese a la indignación manifiesta, fue Rivera el primero en pedir a Rajoy el 155, que dudaba ante el rechazo del PSOE.

Así las cosas, los populares huían de toda autocrítica, buscando justificación del presunto declive mediante el voto oculto. "Hay gente que sigue escondiendo que vota al PP", recordaba un miembro de la dirección del partido en los pasillos de Génova sobre el efecto que solía castigar a José María Aznar, pero que el año 1996 se empezó a difuminar. De ese modo, la fuente se sumaba a las palabras del dirigente catalán Xavier García Albiol, quien había esgrimido la misma consigna el día anterior. "Incluso nos dieron un empate cuádruple para el 20-D", cuestionaba sobre los barómetros el popular.

"Han nacido allí en Catalunya y tienen el liderazgo de la oposición", justificaba el alto cargo del PP sobre por qué Cs no tendría voto oculto y el partido de Rajoy, sí

La hipótesis del voto oculto también podría aplicarse a la formación de Inés Arrimadas, si es que el denominador común fuera el factor unidad de España, pero en el PP descartaban que fuera así. "Han nacido allí en Catalunya y tienen el liderazgo de la oposición", se justificaba este miembro del partido de Rajoy. Hacía un año, también se habían llegado a atribuir el factor plebiscitario del 27-S, pero a las puertas del 21-D, dicha mayoría se habría consolidado a pesar de la fragmentación de las candidaturas independentistas, no aglutinadas ya bajo Junts pel Sí.

Sin embargo, en Génova afirman que saldrán a por todas haciendo valer su principal rasgo diferencial: el hecho de ocupar la Moncloa. "Hay gente que valora cuál es el partido de gobierno en España", exponía la fuente. En consecuencia, la presencia de Rajoy y los ministros "será muy intensa, semana tras semana", según informaba Casado. El propio presidente visitará el miércoles Barcelona para un acto de Foment del Treball, la ministra de Empleo Fátima Báñez estará el jueves en Tarragona y la secretaria general María Dolores de Cospedal lo hará, el domingo, en Lleida.

"Hay quien empieza a creer que la mayoría silenciada, o silenciosa, podría traducir la protesta en la calle a votos el 21-D", sostenía la fuente 

Diferencias al margen, PP y Cs comparten ideas clave para que el 21-D acabe con una etapa de "supremacismo, propaganda y corrupción sistémica", como denunciaba Casado, en alusión a los gobiernos de CiU primero, e independentista, después. La primera, que con una mayor participación las fuerzas constitucionalistas obtendrían más votos. La segunda, la posibilidad de que las manifestaciones de los días 8 y 29 de octubre comporten un traspaso de apoyos de la calle, a las urnas. "Hay quien lo empieza a decir sobre la mayoría silenciada", afirmaba el dirigente genovés.

Así y todo, populares y Cs han detectado escollos. Uno, que no sumen escaños para gobernar. El propio portavoz del PP puso en práctica un pressing PSC tachando de "preocupante" la presunta "indefinición" de Miquel Iceta en los pactos postelectorales; y desde Cs, Arrimadas, se comprometió con apoyar a la lista más votada. Lo mismo pasa con los comunes, de quien PP y Cs esperan la abstención, aunque en Génova no dicen qué ofrecerían a cambio. "Habrá que ver cómo estamos el 21-D, pero sería lo mejor para ellos", vista la caída hipotética de Podemos en los sondeos, afirmaba resignándose la fuente.