Uno de los fenómenos más interesantes ahora mismo es analizar cómo los diarios tratan la situación y posición de Vox. Ahora mismo, el partido de la derecha extrema será determinante para cambiar el gobierno español, dado que el PP tendrá que pactar con ellos si quiere conseguir la mayoría parlamentaria que le permita descabalgar a la coalición PSOE-Podemos. Este domingo, Vox ha concluido una especie de convención, denominada Viva21, donde han planteado lo que llaman "Agenda España". La propuesta más vistosa es matar el sistema autonómico en pro de una "España unitaria" aun inconcreta pero que no es difícil de imaginar. Además, Pablo Casado y el partido que encabeza han recibido de lo lindo. Santiago Abascal, el líder de Vox, tronaba que los populares no llegarían nunca a gobernar, que es como amenazarles con que no los votarán.

A medida que pasan las semanas y se dibujan en el horizonte las elecciones generales españolas, el Trío de la Bencina (El Mundo, ABC y La Razón) ve con angustia que los dos partidos que les gustan no se llevan bien y, peor, que compiten entre sí en lugar de atacar el enemigo común, el "gobierno socialcomunista" y su soporte parlamentario de etarras y separatistas. La inquietud crece porque saben que, en general, los electorados castigan la competición entre fuerzas políticas vecinas —la sabiduría convencional dice que si se pelean fuera del gobierno también se pelearán dentro, véase Catalunya— y también porque en el PP se desarrolla a fuego lento una guerra por el poder entre el mundo de Ayuso, el neoaznarismo, llamémosle así, y el oficialismo de Pablo Casado y los suyos.

La anti-España

En este contexto, al Trío de la Bencina no le acaban de funcionar las narrativas con que, hasta ahora, han blanqueado a Vox y los pactos PP-Vox, en oposición al "cordón sanitario" que en el resto de Europa se aplica a los partidos de derecha extrema. Los argumentos pueden resumirse en dos. Uno dice que fuera de estos dos partidos está la anti-España (el sóviet, la patria rota, etcétera). El otro equipara los pactos con Vox y los pactos con Podemos y presenta las generales como una elección entre esos dos males. Como la segunda opción es la anti-España, queda justificada la primera. Este es un dibujo de trazo grueso y esquemático. Ahora, en la nueva situación de competencia entre los dos partidos ¿qué narrativa fabricarán esos diarios para situar a sus lectores y pasarles consigna, qué carta jugarán? En las portadas de hoy más bien se lo miran de lejos. El Mundo, como siempre, parece menos incómodo con Vox que sus otros dos colegas de trinchera. Veremos cómo va las próximas semanas, como reaccionan.

En Madrid, fuera del Trío de la Bencina, está El País —hablamos de prensa impresa—, que no dice ni pío en portada del acto de Vox ni de las réplicas de Casado. Los diarios de Barcelona hacen lo mismo. Ángel Villarino, el director adjunto del digital El Confidencial, ha escrito un notable estado de la cuestión sobre las dificultades de esta prensa para informar de un partido los dirigentes del cual les son hostiles y no facilitan información ni contexto. "En España —dice— se empezó diciendo que no había que hablar sobre lo que hiciese Vox, luego se extendió aquello de que había que explicar a Vox en lugar de ridiculizar a Vox. Después vino lo de desenmascarar la agenda oculta de Vox, más tarde lo de contextualizar a Vox y lo del fact-checking constante a Vox. Desde que el partido de Santiago Abascal se ha convertido en la tercera fuerza política del país y parte de su agenda ha calado en la opinión pública, coexisten estas y otras recetas de manera más o menos confusa. Cada cual arroja al incendio lo que tiene a mano. Y las llamas no paran de crecer. Para la portadologia, observar qué hacen los diarios con Vox a partir de ahora será un fenómeno parecido a las grandes migraciones de animales para los científicos.

ME

ABC

LR

EP

LV

EPC

EPA

AHORA