Las portadas de La Vanguardia y de El País celebran este viernes la aprobación de la ley de la amnistía en la comisión de Justicia del Congreso de los Diputados. Bueno, en realidad festejan que el PSOE y Pedro Sánchez "respiran aliviados" y "ven despejada la legislatura", que es una manera peculiar, muy suya, muy oficialista, muy gubernamental, de explicar que España acepta borrar cualquier consecuencia penal sobre los hechos y las personas relacionados con el procés independentista catalán y reconoce que la represión fue un error. Como dice el dictamen de la Comisión de Venecia, con la amnistía retroactiva "se abandonan los procedimientos pendientes, no se incoan otros nuevos, se anulan las sentencias y no se ejecutan las penas pendientes o se interrumpe su ejecución". Se hará, además, desterrando al Código Penal y a los jueces españoles de la definición y aplicación de las exclusiones a la amnistía. Con un grano de sal, puede decirse que la ley de la amnistía prescribe no utilizar las regulaciones españolas para establecer a quién beneficia y a quién no. Es fuerte.

Quedarse en una consecuencia incierta —Puigdemont ya ha dicho que habrá que negociar los presupuestos desde cero— como la que señalan los títulos principales de La Vanguardia y El País es, cuando menos, superficial y frívolo, por mucho que insista la narrativa que promueve al PSOE y por mucho que ambos diarios de referencia sincronicen su redacción. Suena más real la interpretación del director de esta santa casa en el editorial: la amnistía es el inicio del viacrucis de Pedro Sánchez y no su final. Quizás el afán de esos dos diarios —especialmente de La Vanguardia— por esconder a Carles Puigdemont bajo la alfombra no les deja ver el elefante en la sala: el presidente exiliado condiciona cada paso del Gobierno. En cambio, no es noticia destacar en portada la competición entre Junts y Esquerra para apuntarse el tanto de la amnistía. Es no decir nada, porque todo el mundo sabe desde hace meses que unos y otros se pelean por cualquier cosa y no pueden compartir la misma sala ni cinco minutos seguidos.

Tal vez aciertan los diarios del Trío de la Bencina al hacer protagonista a Puigdemont, aunque solo sea para reprobarlo, por rabiar y sacar fuego por la boca. La portada póster de ABC es tremenda y puede causar más infartos que un ascensor averiado en una residencia de ancianos. El título principal de la portada de El Mundo, también: "Puigdemont celebra su triunfo y anuncia un chantaje permanente", los objetivos del cual los concreta La Razón en un lamento: "Puigdemont irá ahora por las balanzas fiscales y los tributos". Tiene gracia esto de las balanzas fiscales porque no hace ni una semana que el gobierno español decidió que no volvería a publicarlas, de manera que desdecirse no será muy costoso. Lástima de la afición de esos diarios por la hipérbole, el victimismo y las lágrimas de cocodrilo, porque parece que este viernes sí que la tocan.

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