Por sus portadas los conoceréis y en las de Madrid se nota algo entre inquietud y susto. Felipe VI puso en marcha el reloj de la investidura con un candidato impostor e imposible para quitarle tiempo de maniobra al candidato que sí puede salir —cada vez parece más que era eso lo que pretendía— mientras que quienes pueden decidir, los siete diputados de Junts, digamos Carles Puigdemont para hacerla corta, han puesto las cartas sobre la mesa y nadie responde al envite de los tres ases: legitimidad, amnistía y mediador. El Trío de la Bencina ya ha descartado que Pedro Sánchez es capaz de acordar con Puigdemont los votos de Junts y se lo juega todo a volver a echar los dados en otra repetición electoral para evitar cuatro años más de sanchismo.

Por eso El Mundo, ABC y La Razón se hacen eco en portada de todo intento de bloquear la negociación, las conversaciones, el acuerdo. La última carga es la arenga del expresidente del Gobierno José María Aznar contra la amnistía, utilizando la misma retórica de los buenos tiempos de la lucha contra el terrorismo de ETA. En buena sintonía, Sociedad Civil Catalana ha convocado una manifestación contra la amnistía en Barcelona el 8 de octubre, su fecha mágica desde la concentración Prou! Recuperem el seny del 8 de octubre de 2017. Una inquietud de esta adunata del 2023 es saber si acudirán los popes del PSC como hace seis años.

El País, en cambio, lleva días esforzándose por presentar al PP bajo la misma luz que el PSOE: un partido que también habla con Junts (tal como hace el PSOE) y que busca los votos que le convienen para investir a Alberto Núñez Feijóo (tal como hace el PSOE con Sánchez), etcétera. Al mismo tiempo, se esfuerza también por ofrecer en Madrid un independentismo domesticado y proclive al acuerdo: que si la reforma de las lenguas en el Congreso allana la negociación (hace una semana), que si los indepes no son tantos (este martes), que si el presidente Aragonès "se aleja de la vía unilateral del secesionismo más extremo" (este miércoles). Esta última da mucha risa porque lo del secesionismo moderado y el secesionismo extremo recuerda aquel chiste de la mujer que estaba medio embarazada.

Los diarios de Barcelona, en cambio, hacen todo lo que pueden por hablar del tema cuanto menos mejor y se ponen de perfil —en general—, se estiran bien la camisa dentro del pantalón y se ajustan el nudo de la corbata para componer una bella figura, como queriendo disimular sus ganas de que se llegue a algún acuerdo y pasar página de los últimos seis años (o, según cómo lo mires, de los últimos trece). Hablan de "cosas que preocupan a la gente" —los malos índices educativos abren hoy La Vanguardia y El Periódico— mientras que El Punt AvuiAra parece que levantan la bandera de la causa pero aprovechando que no hace mucho viento para que no ondee demasiado. Hay un dicho español asociado al juego de cartas del mus que se dice cuando las manos no son muy favorables y quedas sin sumar puntos: paciencia y barajar. Pues eso.

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