Hace unos días se explicaba por aquí que los plazos y ultimátums de la Unión Europea (UE) son una fabricación de los burócratas para presionar a los países a hacer lo que quieren los estados grandes. Al teatro europeo le gusta representar el drama de las cumbres que se alargan la noche y la madrugada del día antes del final del plazo. Ya ves. Otra gran tradición escénica de la UE son los informes a la Comisión. Normalmente recomiendan hacer una cosa y su contraria al mismo tiempo, pero siempre con prudencia, cuidado, atención, etcétera. Mientras que los plazos, ultimátums y listas de condiciones añaden un perfume de peligro, riesgo y emoción al relato aburrido de la política, los informes revisten el palique europeo de una dimensión científica, estadística, seria, eso que llaman política basada en la evidencia, que no es más que una versión contemporánea de la tabarra arbitrista, una tradición de siglos. Si a todo ello sumas la habilidad de ahogar en comisiones extensas cualquier proyecto difícil, por más necesario que sea, tienes completo el panorama del Brussels' Bullshit. Europa, como decía Josep Pla del parlamentarismo español, solo ha generado un inmenso papeleo (no es del todo verdad, pero a los efectos de lo que ahora se dirá, dejémoslo aquí). No tiene que extrañarte, pues, que este martes El País y La Vanguardia digan cosas opuestas sobre el mismo informe. El diario de Madrid afirma que la UE recomienda a los Estados miembros desactivar "los estímulos" a la economía y dejar que camine sola, sin muletas. El de Barcelona, al contrario, titula que Bruselas llama a "alargar los estímulos económicos". En páginas interiores matiza que se trata de no retirarlos "muy rápido", cosa que ya encaja con lo que dice El País: que la UE pide hacerlo con "cautela" para no perjudicar a los bancos. Eso último suena mal pero está muy bien pensado. Acuérdate de la última vez de que este benemérito sector se perjudicó. La broma nos costó cerca de 60.000 millones —y eso solo a los españoles. Más vale no enredarlo más. En fin, que cuando los periodistas se lían en la verborrea europea, la primera víctima es la verdad, como en las guerras.

El Mundo inaugura hoy un culebrón donde explica que "el separatismo" presionó al Fútbol Club Barcelona presidido por Josep Maria Bartomeu para que desviara dinero del club a la causa indepe. No se sabe bien qué quiere decir todo eso, porque solo se habla de un asunto concreto: los 2,6 millones de euros de fianza pedidos a Artur Mas por organizar el 9-N, que el diario describe como un "referéndum de chocolate". En realidad, Mas y los otros nueve elegidos por el Tribunal de Cuentas tenían que depositar una fianza solidaria de 5,2 millones. Ningún problema, vaya. Dos millones arriba o abajo no son nada ¿verdad? Y así todo. En la portada no se menciona fuente alguna —en la mejor tradición del diario— y solo se dice que El Mundo "ha accedido a los detallas concretos de estas exigencias". En páginas interiores dice que se lo han explicado "personas conocedoras de los hechos", además del "material" incorporado al sumario del "Barçagate". Esta primera entrega —habrá dos más— acaba diciendo que el Barça no hizo caso a los, a los, a los... no se sabe, porque en un titulito se habla de "enviados de Puigdemont" y en el texto de "líderes independentistas". Ciertamente, unos y otros pueden ser las mismas personas. En fin, eso levantará esta semana la moral del kommentariat y de la tertulianía, al menos de los que quieran creérselo. Porque si no tienes fuentes debes tener fe.

También es cómico el ABC, que lleva en portada una fotografía de Felipe VI donde figura que dice a Pedro Sánchez cosas importantísimas. Debajo, este titular: "El Rey pone orden en las relaciones con Marruecos". Caray. La realidad: este lunes, en un discurso pronunciado ante el cuerpo diplomático, Felipe VI dijo que España y Marruecos "tienen que caminar juntos". Gran estadista. La gracia es que la destinataria de los aleluyas, la embajadora de Marruecos, Karima Benyaich, no estaba. El gobierno del país magrebí la retiró el 18 de mayo pasado. Ya ves. Vaya que si ha puesto orden. Flota una duda. ¿Qué es peor, las pedanterías lameculos del tabloide monárquico o pronunciar un discurso a nadie?

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