La fotografía del presidente Pere Aragonès y la jefa de filas de los comunes en el Parlament, Jéssica Albiach, en las portadas de los cuatro diarios de Barcelona (más el título principal de El País) es una imagen muy preciada. De alguna manera, tiene el valor simbólico de borrar —cuando menos de contrapesar— la otra imagen de Albiach en el Parlamento, aquella en que enseña su voto "no" en el pleno de septiembre de 2017 que aprobó las leyes del referéndum y de desconexión. Las portadas de hoy son para el partido colauista el equivalente a un acto de desagravio, una cura, una reivindicación. Es todo tan sinsustancia y simbólico como quieras —un mero cambio de cromos: los presupuestos del Ayuntamiento de Barcelona por los de la Generalitat, como muestra el Ara—, pero las representaciones, los aspavientos y los gestos también generan realidad y el capital simbólico, desde siempre, cotiza muy bien en la bolsa política catalana. Las portadas de los diarios son parte de este juego de humo y espejos.

También en primera pero más escondido lo publica El Mundo, con una pizca de fantasía: "ERC rompe el bloque secesionista y ensaya una mayoría de izquierdas". El Periódico y El Punt Avui hablan de un "cambio de alianzas", como si fuera cosa circunstancial, incidental, episódica, sólo relativa a los presupuestos. La Vanguardia y El País, en cambio, lo destacan como un fenómeno de otra escala: la fractura del independentismo. Eso les parece más relevante que el hecho de aprobar los presupuestos. El cuadro que se presenta es este: la CUP no quiere jugar o quiere jugar a otra cosa. Junts se irrita, o lo hace ver, porque Esquerra pacta en solitario con los comunes, a los que abominan —un sentimiento recíproco. Esquerra dice que revisará el acuerdo con la CUP (¿todavía se le puede llamar acuerdo?) y avisa a Junts que no enrede. Los comunes quedan pintados como los adultos de la sala, los responsables de acabar con la riña infinita en el cuadro indepe.

Que es más importante fracturar, resquebrajar el independentismo que aprobar unos presupuestos —o lo que sea— es la posición editorial de esos dos diarios: el bloque independentista, por mucho que se esfuerce, no sirve para "hacer política", entendida como gestionar la autonomía y la "imprescindible y necesaria contribución a reformar España" como recordó el domingo la vicepresidenta del gobierno español y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, a la vez que deseaba que su hija pudiera leer en catalán a Irene Solà y a Joan Margarit. Este es un discurso que Catalunya ha escuchado decenas de veces. Se pronuncia cada vez que alguien encabeza algún movimiento renovador de España. Tiene una atracción perfectamente descriptible. Al menos, la vicepresidenta tuvo el detalle de actualizar a los autores, que hasta ahora solían ser Maragall, Pla o Espriu —todo hombres: muy mal. Lo que queda claro de las portadas es que la fractura de la unidad indepe es cosa que merece celebración en el título principal, el mayor trofeo de la cacería. Dicho de otra manera, la unidad indepe es la única cosa que les inquieta, así como los galos de Astérix solo temen que el cielo caiga sobre sus cabezas.

 

Imagen principal: Jéssica Albiach vota la ley del referéndum, septiembre del 2017

LV

La Vanguardia, portada

EP

El País, portada

AHORA

Ara, portada

EPA

El Punt Avui, portada

EPC

El Periódico, portada

ME

El Mundo, portada

LR

La Razón, portada

ABC

ABC, portada

EPE

El Periódico de España, portada