Hoy El Periódico lleva una fotografía de impacto en portada. Un jornalero duerme en un sofá desvencijado en el exterior de la Fira de Lleida, según dice el pie. Es extraño que alguien que trabaja en la cosecha duerma en el centro de la ciudad, pero es lo que dice la portada. La información no añade gran cosa, pese a las declaraciones de un médico notable de Barcelona que se indigna por lo que pasa en el Segrià y dice que en las crisis sanitarias siempre los más pobres se llevan la peor parte. La indignación habla bien de él —un hombre de buen corazón, preocupado por el prójimo. Respecto al perjuicio de los más vulnerables en tiempos de pandemia, es un fenómeno que no es exclusivo del Segrià, sino de todo el planeta —cosa que no justifica renunciar a combatirlo en el Segrià, faltaría más.

Otra pieza, un poco más documentada, explica con datos de Cáritas que en Lleida se han multiplicado las familias que pasan hambre y no llegan a pagar el alquiler. Es un drama que tampoco es exclusivo de esa ciudad, pero mezclada con las dificultades de los jornaleros, compone "la doble crisis" de la capital del Segrià, según el diario, que titula así. Suerte de la buena temporada del Lleida Esportiu en Segunda B, que si no ya estaríamos hablando de "la triple crisis".

Nadie debe vivir en las condiciones del hombre de la fotografía ni de las familias que pasan hambre, desde luego. Más allá del impacto humano de las imágenes, sin embargo, se agradecería una información más esmerada, con datos y hechos, y no sólo con declaraciones sueltas de un gran profesional de lo suyo al que hacen hablar de lo de otros; de un cargo público; de un alcalde, vagamente implicado en la campaña de la fruta, quejumbroso de que fuera el Vicepresidente y no el Presidente quien le avisó del confinamiento; dos ciclistas y una pareja de residentes de la capital. En la información no aparece un solo agricultor, un gerente de cooperativa, un técnico frigorífico, un exportador, un perito agrícola, un chófer de camión... Por no aparecer, no aparece ni un solo jornalero.

La comarca del Segrià, específicamente la zona de producción frutícola del Baix Segre —quizás la mayor de Europa en cantidad y calidad—, tiene unas cuantas cosas pendientes de resolver, por supuesto, en las cuales tienen responsabilidad administraciones y empresas más allá de los municipios de la comarca. Del caso concreto de los jornaleros habla crudamente Francesc Serés en La pell de la frontera, un extenso reportaje hecho de muchas semanas pie a tierra y muchos años de vida vivida. Quaderns Crema lo publicó ya hace seis años. Por las fotos que publica El Periódico, se ve que algunas cosas no han cambiado tanto. Aun hay mucho que hacer y seguramente ayudaría mucho dejar de presentar la comarca como una especie de campo de concentración agrícola a cielo abierto.

N. de la R.: El autor es del Segrià. Buena parte de su familia se dedica al sector frutícola desde hace más de 70 años.

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