La Covid-19 se reactiva. Es lo que señalan todos los indicadores y es también un aviso de que pasarán cosas aquí, como insinúan El Periódico, Ara, El País y La Vanguardia al destacar de una manera u otra que Italia, París y Nueva York imponen más restricciones a la movilidad general y a los llamados sectores de contacto (bares, escuelas, etcétera). A ver cómo va. Los diarios no lo dejan muy claro. A los más gubernamentales se les ve con pocas ganas de más medidas restrictivas. A los antigubernamentales también porque, si las respaldan, aprueban tácitamente los confinamientos en Madrid y se les viene abajo la narrativa de que el gobierno español tiene manía a la capital de España. Es complicado.

Después está la visita del Rey a Barcelona de este viernes. A los diarios contra el Gobierno no les cae bien la iniciativa porque les rompe el cuento de que Pedro Sánchez y los ministros rojos de Podemos le hacen la vida imposible a Felipe VI, pobrecito. Así que explican el viaje del viernes como una imposición al Rey para que parezca que todo marcha y que aquí no hay nada para ver, circulen. La Vanguardia, que no puede hablar mal ni de uno ni de otro, pero tampoco quiere esconder el malestar, habla del viaje como una manera de "cerrar la polémica", como queriendo decir, venga, daos un abrazo, como hacen las madres cuando los hermanos se pelean.

Dos cosas más. Una: La Guardia Civil ha detenido en el País Vasco a tres personas (dos habían sido encarceladas por terrorismo hace un tiempo) para averiguar su relación con el hallazgo, el año pasado, de un zulo con material explosivo de más de diez años de antigüedad. No es el único que se ha descubierto tras el desarme de ETA, concluido en abril de 2017. Da la impresión de que son depósitos a los que la banda había perdido la pista y no pudo inutilizar. El Mundo y La Razón no se privan de hacer el paralelo con la serie Patria, con la parte donde se presenta la locura terrorista. Esperemos que no deban relacionarlo con la otra mitad del relato televisivo.

Dos: En On the basis of sex, la película que peor que mejor retrata a la joven abogada y profesora Ruth Bader Ginsburg, ella dice a los jueces del Tribunal de Apelación: "No les pedimos que cambien el país. Eso ya ha pasado sin permiso de los tribunales. Les pedimos que protejan el derecho del país a cambiar". Ginsburg ganó aquel caso (Moritz v Commissioner), el primero de una serie que la llevaría al Tribunal Supremo de los EE.UU. en 1993 y hasta el pasado 18 de septiembre, día de su muerte.

Le habría ido bien escuchar la parte de "sin permiso del tribunal" al juzgado contencioso administrativo 3 de Barcelona, que ayer condenó a la Universidad de Barcelona (UB) por vulnerar "el derecho a la educación, a la libertad de expresión y de libertad ideológica" en una resolución en que denunciaba "la deriva autoritaria" de los poderes del Estado, pedía la autodeterminación de Catalunya y exigía la libertad de los presos políticos. La jueza ha declarado nula esta resolución.

Es el tema que abre la portada de ABC, que habla de los "rectores del secesionismo", señalándolos. El Mundo también se hace eco de la cosa en portada, en este caso haciendo hablar a algunos de los denunciantes, un grupo de profes que se hacen llamar —no te rías— Universitarios por la convivencia.

La sentencia tiene gracia. ¿Representa que los legítimos órganos de gobierno de la UB han dejado de pensar que el Estado tiene una deriva autoritaria, de ser partidarios de la autodeterminación de Catalunya y de pedir la libertad de los presos políticos? ¿También las universidades catalanas que hicieron suya la resolución (Lleida, Autónoma de Barcelona, Politécnica de Catalunya, Rovira  i Virgili, Pompeu Fabra y Girona)? La ridiculez no borra la inquietud que causa un juez diciéndole a una universidad qué debe pensar o sobre qué puede pronunciarse y en qué términos. En concreto le dice que es mejor que se calle —y se supone que la universidad es el ámbito del debate y la discusión abiertas, transparentes y democráticas, etcétera. Pero aun se hace más extraño ver a unos diarios ponerse al lado de un fallo que se expresa en esos términos. Debe ser nostalgia de tiempos más grises.

LV

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EP

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ABC

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