Es cosa vieja, pero dos diarios insisten con fervor. Casi no hay día que La Razón y ABC retraten la situación en Catalunya con el mismo patrón informativo que se utilizó en el País Vasco durante los años del terrorismo etarra. Hay que tener mucho nervio para comparar una cosa con otra, pero se han empeñado. A estas alturas, los lectores de ambos tabloides madrileños no deben verlo de otro modo. Ya se ha dicho aquí que, en el conflicto catalán (o español), la prensa puede ser parte del problema o parte de la solución. Ese par ha optado por ser parte del problema, fabricando primero el relato del catalán violento y después torciendo los acontecimientos para que les den la razón. Cree el ladrón que todos son de su condición.

La Razón va hoy mucho, mucho, mucho más allá al explicar el encuentro de partidos soberanistas estatales en La Llotja de Barcelona como un aquelarre de "la anti-España". Revivir este concepto es toda una declaración de intenciones. El franquismo lo empleó para justificar la guerra y la posterior y larga represión —los muertos, los asesinatos, la sangre derramada. Quienes habían muerto en el conflicto, los exiliados, los encerrados en campos y prisiones o los que eran ejecutados, no sólo eran enemigos. Eran "la anti-España". Así se deshumanizaba a las víctimas y se narcotizaba la conciencia de sus verdugos y de los que se lo miraban. Es una mecánica que han utilizado todo tipo de regímenes totalitarios.

Es difícil exagerar en este punto. La "anti-España" no es una ocurrencia intrascendente, una exageración más. Es un concepto asociado a la sangre. El 18 de julio de 1953, ante los cabecillas de la CNS, el sindicato único de la dictadura, Franco justificó la carnicería de la guerra civil y la represión utilizando el mismo concepto: "No era ni fue una guerra civil entre españoles, aunque muchas veces se la haya podido designar así, y pese a que nuestra sangre y la de nuestros hermanos haya corrido en aquella lucha; no. Fue la lucha de España con la anti-España. La del bien con el mal. Teníamos que mutilar nuestro cuerpo, podar aquellas ramas, podridas y carcomidas, del viejo tronco español, extirpar el cáncer que nos corroía; dejar sobre el área de España lo español, lo que era nuestro, lo que no había venido del otro lado de las fronteras y que constituía la ruina física y moral de la nación".

Pues eso. Se empieza calificando de "anti-España" al adversario y acabas justificando su liquidación. Si La Razón, el diario del Grupo Planeta que dirige Francisco Marhuenda, no quería pintar una diana en la espalda de quienes ayer se reunieron en La Llotja, tenía mil maneras de caracterizarlos —también les llama "los socios de Sánchez", un clásico suyo. Al elegir el concepto "anti-España" —al que asocia al PSOE— no sólo envía un mensaje inequívoco de su nacionalismo extremista —son muy dueños—, sino que deja en el aire la duda razonable de si quiere inducir o justificar alguna de las acciones descritas en el Libro II, Título I del Código Penal. Seguramente no es así y el diario podrá aclararlo. Esperémoslo —y esperemos también que no vaya a mayores.

Ilustración: El sueño de la razón produce monstruos, Capricho nº 43 de Francisco de Goya.

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