Miquel Iceta vuelve a sufrir hoy pena de portada en todos, pero todos, los diarios de Barcelona y Madrid. Fuera de El Punt Avui, el resto pueden reunirse en dos categorías, dentro de las cuales cada diario se expresa con variada intensidad. La derecha mediática madrileña aprovecha el fiasco de la operación Iceta para cargar contra Pedro Sánchez. ABC insiste en el relato de la conspiración oculta del líder socialista con los indepes y le acusa ahora de utilizar su fracaso para disfrazar su traición a la España una, única y unida. El Mundo y La Razón hacen circular una versión aun más tóxica: Sánchez se ha jugado la presidencia del Gobierno al enajenarse los votos de los independentistas en el Congreso. Es hombre muerto, concluyen. Si Sánchez hubiera triunfado con el asunto Iceta dirían exactamente lo mismo, porque en este sector el diálogo, la convivencia, la concordia y el aleluya hermanos es una divisa que cotiza a valor cero.

El resto de los diarios, los de Barcelona y El País, titulan la portada en un tono que va de la rabieta a la acusación, apropiándose del lenguaje de una de las partes de la historia —la de Sánchez.

Llama la atención la ausencia de los motivos de la otra parte —los indepes—, que no existe ni para enumerar las razones que la impulsan a dar "portazo a Iceta", como dice El Periódico. Todo lo que hace el independentismo queda fuera del relato de la actualidad. Se presenta como el resultado de una actitud irracional, de una visceralidad feroz, motivada por la revancha. Un comportamiento antipolítico, vamos, que rechaza la transacción y el acuerdo. Es curioso. Cuando el anterior gobierno socialista cortó las conversaciones sobre las conversaciones con los independentistas, asustado por la reacción a la propuesta exploratoria del "relator" —recurso típico de quien quiere hablar pero desconfía de su interlocutor—, todos estos medios se pusieron al lado de Sánchez por romper la interlocución con el Govern de la Generalitat. Mira por donde, ninguno le responsabilizó de "vetar el diálogo", "volar puentes", "comprometer la concordia", etcétera.

La gran impostura de esos diarios es dar por hecho que había "distensión" o "diálogo" —¿qué hechos lo avalan?— y que su ruta natural pasaba antes por aprobar los presupuestos del gobierno socialista y ahora por hacer a Miquel Iceta presidente del Senado. Así que si los presupuestos o Iceta no van, quien se carga el "diálogo" es "el bloqueo" indepe. La impresión que da la actitud de esos diarios es que sólo consideran real y razonable aquello que quiere y defiende una parte mientras ignoran y/o desprecian los argumentos y demandas de la otra, a la que casi siempre presentan como un interlocutor deshonesto. Es difícil llamar a eso  informar, ciertamente. Más bien parece que pretenden imponerte un relato que les permita borrar una realidad con otra, como ha explicado Marta Rojals.

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