Como lo peta Emmanuel Macron. Ayer hizo aterrizar en medio de la cumbre del G-7, ese taller de reparación del mundo mundial, a Mohamad Javad Zarif, al ministro de Exteriores iraní, a ver si puede encontrarse con Trump y aclarar el enredo nuclear que los tiene como perro y gato. Para hacértela corta: Trump se empeñó en que Irán no respetaba el acuerdo por el que se comprometía a no enriquecer uranio a niveles aptos para bombas nucleares. En realidad sí lo respeta, como le han explicado el Departamento de Estado y el Pentágono. Trump, sin embargo, tozudo y cegado, no sólo rompió el pacto, sino que impuso sanciones a Irán —que las pasa canutas— y a los países y empresas que traten con la república islámica. El resto de firmantes del acuerdo —la UE, Rusia y China— se quedaron de pasta de boniato.

Irán es una teocracia gobernada autoritariamente por clérigos chiíes vía complejo industrial-financiero-militar dominado por los Guardianes de la Revolución, comunidad que reúne a la vieja guardia jomeinista que se beneficia del régimen. Las nuevas generaciones no están para estos cuentos. Cada vez que votan demuestran que quieren cambios y eligen candidatos "moderados". A quienes tengan más de 55 años les sonará esta música, parecida a la del tardofranquismo. En fin, claro que en esta descripción faltan mil detalles, pero las cosas van por aquí.

Encima, la UE ve a Irán como el estado más estable de la región. Tienen sus puñetas, claro —derechos humanos, Hezbolá, Israel, etcétera—pero son gente previsible que hace política y un país que modernea, no un puñado de tribus y facciones en riña perpetua. Además, Irán es el tercer país del mundo por reservas de petróleo y el quinto productor mundial de crudo. Es buena alternativa a productores más conflictivos (Arabia Saudí, Rusia, Venezuela...). Ahora mismo le convienen muchas cosas que la UE está dispuesta a venderles, con la secreta esperanza que la prosperidad económica y el buen rollo con Occidente motiven a los iraníes a dejar de lado a la clerigalla jomeinista y se conviertan en un rincón del Oriente Próximo estable, previsible e influyente, una especie de contrapeso a los países de la península Arábiga, que son dictaduras peores, con el inconveniente añadido que dominan el mercado petrolero y exportan el fundamentalismo islámico por todo el mundo.

Bien. La esperanza de Macronapoleón, como lo llama @politicaymoda, es que Trump haga con Zarif lo mismo que con Kim-Jong-Un: que se careen y, si hay suerte, haya química y se avengan más o menos.

¿Qué? ¿A qué tiene buena pinta esta cumbre? Pues por eso estas portadas.

[Un asunto que ahora parece secundario pero del que oirás hablar. El Mundo abre diciendo que el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, aplaude la idea de Pablo Casado de repetir por toda España la coalición Navarra+, que reúne a PP, Cs y UPN. El País dice lo contrario. En fin. No hay duda que hablamos de Galicia. Ya sabes que si encuentras un gallego en una escalera nunca sabes si sube o baja. Bromas aparte: atento, porque la cosa España Suma te la irás encontrando en días venideros].

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