Este miércoles hay que aplaudir la portada de El País, que ha osado poner en portada al filósofo prusiano Immanuel Kant (1724-1804), padre de la filosofía crítica y del idealismo –de la modernez, para hacérsela corta. Se ve que las autoridades de Kaliningrad (Калининград), ciudad donde nació Kant (aunque entonces se llamaba Königsberg y no era Rusia sino Prusia) quieren bautizar el aeropuerto con el nombre del pensador, su hijo más ilustre, cosa a la que se oponen con ferocidad grupos nacionalistas rusos. Cuánto daño hace el nacionalismo, amigas y amigos.

EP

Hablando de nacionalismo, al otro lado del ring de la prensa impresa, El Mundo se consolida como el tabloide nacionalista español más desacomplejado. Hoy se escandaliza porque Pedro Sánchez quiere modificar la constitución para eliminar la inviolabilidad del Rey y hacerle responsable ante la justicia, si se diera la cosa. Cada vez que se habla de modificar la constitución se lo toman como en otros tiempos los "inmutables Principios Fundamentales del Movimiento", que "son, por su propia naturaleza, permanentes e inalterables".

En su línea catastrofista, onda El coloso en llamas o El día de mañana, este diario dice que el gobierno español "está en 'shock'". El martes hablaba de "la hecatombe del PSOE", hace cinco días del "colapso de los servicios públicos" en Catalunya, hace seis del "colapso del independentismo", etcétera. Dentro de 50 años, los historiadores que lo vean no entenderán nada. Es como si cada día se acabara el mundo. Acabarán regalando un tranquilizante con cada diario. Es curioso como El Mundo truena indignado con esta reformita constitucional y no abre la boca con el reformón que incluye el programa de Vox (liquidar las autonomías, entre otros), partido a quien hacen carantoñas porque Sánchez fuera, elecciones ya.

El Mundo anuncia que este jueves publica un suplemento con la constitución española anotada para memoria de futuras generaciones. Copia una idea de la revista dominical de The New York Times de julio del año pasado.

ME

La Razón hace una portada evangélica con un juego de palabras entre las tres negaciones de Pedro (el apóstol y primer papa) y las tres rectificaciones de Pedro [Sánchez]. Qué gracia, esa simpática manera de llamarle traidor.

LR

Las portadas de los diarios delimitan el territorio donde se jugará la partida política durante las semanas que vienen. La táctica de juego se basa en marcar al hombre a dos participantes. Por una parte, a los independentistas, a quien ya se ha colgado la sambenito de haber despertado a la bestia neofranquista, y se les presiona en todo el campo para que aprueben los presupuestos del gobierno español, como si eso fuera el remedio de todas las crisis. Es curioso como se oculta que las medidas estrella propuestas en esas cuentas –como el aumento del salario mínimo– se pueden aprobar mañana mismo vía real decreto.

Ara y La Vanguardia combinan todo en sus titulares de portada. "Sánchez blande a Vox para presionar al independentismo" y "Sánchez presenta las cuentas y amenaza con Vox". El Periódico hace algo parecido, con retórica de duelo del Lejano Oeste. Si las cosas siguen por aquí, Vox no tendrá que mover ni una ficha para llevarse el papel protagonista de este drama de terror: Pedro Sánchez y los diarios se lo dan todo hecho, regalándole la posición de dragón oficial de la política española, un papel que les va.

AHORA

LV

EPC

De hecho, es lo que ya ocurre. Ayer en El Mundo y hoy en ABC, el líder de Vox insistía e insiste: no queremos cargos, no queremos estar en ningún gobierno. No asustan, vienen a decir.

El otro participante al que se marca al hombre es Ciudadanos, para que haga el favor de pactar con el resto de la derecha en Andalucía y echar al PSOE de la Junta. Ayer se encargaba El Mundo, hoy es ABC con "El dilema de Rivera". Como parece que los de Albert Rivera sufren de escrúpulos de beata con los ultras, ambos diarios utilizan, para convencerlos, la técnica de presentar a Cs como elemento clave del cambio ("vuelco histórico", etcétera) a la vez que destacan que Vox no está pidiendo nada y por eso, Rivera, no hay para tanto. Enróllate y pacta.

ABC