Las portadas de ABC y La Razón desbordan de alegría por la absolución de los 34 encausados por estafa y falsedad documental en la salida a bolsa de Bankia, peripecia que acabó quemando 21.000 millones de euros de los contribuyentes españoles. Entre los absueltos figuran Rodrigo Rato, póster en ABC, y Ángel Acebes, la foto de La Razón. Todo el mundo conoce a Rato. Acebes había sido ministro de Interior de Aznar cuando el atentado a los trenes de Atocha, el 11-M del 2004, que atribuyó a ETA, ¿recuerdas? Bien, pues en El Mundo todavía tienen más mala sombra y cargan el caso Bankia sobre las costillas del Banco de España (entonces presidido por el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez) y del gobierno del también socialista Zapatero. La Vanguardia, en tono más señorial, lo deja caer de la misma manera. Por qué un diario, el que sea, se alegra de que aquella confusión financiera quede impune, como se queja Ara, es difícil de comprender y de explicar —sin embargo, oiga: ¡viva la libertad!

También es gracioso como El Mundo tuerce la crisis entre el Rey, los jueces y el gobierno español. El diario, trilero, hace ver que criticar a la corona perjudica la economía. Todos a callar, pues. ¿Hola? ¿No será que el primero que debe aprender esta lección es Felipe VI? Quizás el principal desestabilizador de la corona es quien la lleva puesta cuando borbonea y rebasa su perímetro constitucional, no quienes le recuerdan cuáles son sus obligaciones —constitucionales, por supuesto.

La Razón también hace juegos de manos al presentar como una defensa de la independencia judicial la decisión del Consejo del Poder Judicial de cubrir tres vacantes de la sala de lo penal del Supremo. Esconde el diario que este Consejo tiene el mandato caducado desde hace dos años que y el PP bloquea su renovación, que es la principal prueba de que sí se prestan a los intereses de los partidos políticos, al contrario de lo que dice el diario. Que La Razón no tiene ningún interés en la independencia judicial lo demuestra la ausencia en portada del aviso de la propia Comisión Europea, que ha pedido este martes a España que normalice la situación del Poder Judicial —en primera sólo lo explica El País.

¿Gana Ayuso o sólo lo parece?

Pasa muy desapercibido en las portadas madrileñas el acuerdo entre el gobierno español y el de Madrid para que las medidas contra la Covid-19 sean unas y las mismas en toda España. Se lo toma muy a pecho ABC, que se pasa tres montañas —ahora se dice así— con un titular tan bestia que sorprende que ni ellos mismos lo adviertan. ¿Cómo va el gobierno a "tomar el control de las grandes urbes" si el ministerio de Sanidad apenas tiene 1.200 funcionarios? Pobres. No podrían tomar el control ni de la embajada de Siria, junto al mismo ministerio.

En cambio, en los diarios de Barcelona tiene más presencia. Ara, con gracia, habla de "café para todos anticovid" y lo hace inmediatamente inteligible (la frase es de Alba Vergès: a la consellera lo que es de la consellera). El Periódico, más sagaz, lo explica como una cesión de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, al gobierno.

Buena parte del kommentariat madrileño, en cambio, presenta la medida como un triunfo de Ayuso, que ha llevado al ministro Salvador Illa a pactar un vestido a medida de la presidenta, que podrá aplicar, sin que se note el cuidado, un confinamiento suave en Madrid antes del domingo. Otras autonomías lo aprobarán, no sólo porque las gobierna la derecha, sino porque muchas han hecho los deberes y calculan que no rebasarán las líneas rojas de positivos y ocupación de UCI acordadas por los gobiernos español y madrileño.

La obsesión

También se han dejado ver los que entienden la eficacia como una derivada de la unidad/uniformidad, que no sólo es un dogma sino un bien moral y jurídico que es preciso proteger caiga quien caiga. Les estalla la cabeza de pensar que también es buen gobierno tratar desigual a los desiguales, o que descentralizar y dejar decidir a quien tiene competencia es una decisión política razonable, como hacen en Alemania, donde se ocupan de gestionar los test más de 400 organismos locales y provinciales —y funciona. En España, Madrid tiene unas peculiaridades muy suyas, que piden un trato muy suyo: alta movilidad y densidad de población, la mayor positividad-PCR del país y un sistema sanitario a punto de estallar.

Pero no. La uniformidad/unidad se puede convertir en obsesión. Un conocido influencer de la derecha extrema tuiteaba ayer "Gracias Madrid" tras escribir: "Medidas iguales para toda España. Siete meses después del estallido de la pandemia". Este marco mental que ve la diferencia como una agresión, una perversidad o una tara explica muchas actitudes, que van desde el rencor irrazonable contra el presidente Torra o señalar a Illa como un "catalán socialista", en este orden, que quiere intervenir Madrid. La distancia entre esta actitud y la catalanofobia banal, inadvertida por rutinaria, es tan estrecha como un papel de fumar —o una portada de diario.

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