La eurodiputada Clara Ponsatí no ha escondido nunca sus críticas ante la respuesta del independentismo ante el 1-O y con la evolución del movimiento después del 2017. La publicación de su libro Clara Ponsatí. Muchos y nadie, en que "hilvana memorias y otras historias", ha servido de excusa para que exponga su diagnóstico sobre la salud del independentismo y para criticar la respuesta política del Govern ante las ofensivas judiciales contra la inmersión lingüística. En una rueda de prensa telemática ha negado que tenga intención de impulsar un partido político, a pesar de insistir en las críticas a las tres fuerzas mayoritarias en que representan el independentismo.

Ponsatí asegura que la visión sobre el movimiento independentista que expresa en el libro intenta ser optimista, pero admite que el movimiento está "muy atascado" y en situación "de encenagamiento", avisa que lo que describe como "política de renuncia" ha descapitalizado a las fuerzas del independentismo, y que aunque considera que es mayoritario ahora mismo no tiene "las herramientas políticas para materializar otro embate".

La razón es que la represión ha hecho efecto y "ha minado el temple moral" de los liderazgos políticos. "Otra interpretación sería que nos están engañando desde hace mucho de tiempo. Creo que no es verdad, de forma generalizada", ha puntualizado.

Nueva articulación

La conclusión es que hace falta una nueva articulación política del independentismo, que no ha concretado si se tiene que hacer a partir de una reconfiguración de los partidos existentes o con el surgimiento de otras opciones, o con un nuevo empuje de los movimientos de base.

En cualquier caso, ha atribuido a intoxicación los rumores que indican que estaría impulsar un nuevo partido; lo ha negado "tajantemente", pero ha admitido que es crítica con los partidos independentistas, "los tres", ha puntualizado en referencia a Junts, ERC y CUP. "Creo que ahora mismo no son herramientas útiles", ha remachado aunque ha añadido que no ha perdido la esperanza de que mejoren.

A pesar de su intervención del sábado a la Asamblea Permanente del Consell per la República, Ponsatí se ha desmarcado de la polémica sobre si Carles Puigdemont puede compaginar la presidencia del Consell per la República y la presidencia de Junts, pero ha recordado que todas autoridades nacionales de liberación, en referencia al Consejo Judío, la OLP, o el movimiento irlandés, son organizaciones que van más allá de los partidos y normalmente quien preside es presidente de un partido. En opinión de Ponsatí, "el problema es que el discurso de Junts en el gobierno de Catalunya, y la tarea de que el Consell per la República se ha autoencomendado parecen del todo incompatibles, son disonantes".

Violencia

Ponsatí reflexiona también en el libro sobre la disposición por parte del Estado a usar la violencia "tanto como haga falta" para reprimir al independentismo. Ha asegurado en la rueda de prensa que está convencida de que incluso el Estado estaría dispuesto a matar y ha advertido que eso no puede servir para frenar al movimiento. "No pueden usar la excusa que el opresor quiere utilizar la violencia y que para proteger a los oprimidos tenemos que renunciar a la lucha. Este es mi argumento", asegura, porque eso equivaldría a renunciar mientras el Estado tenga la violencia.

Subraya que en ningún caso plantea que los catalanes renuncien a la no violencia. "Pero sí que planteo que tenemos que estar dispuestos al sacrificio y que eso lo decide cada una de las persona que participa". En cualquier caso, añade que hay gente dispuesta a sacrificar su vida por una causa y gente que no, pero que cuando hay en frente un estado violento puede haber costes muy altos. "Es paternalista por parte de los líderes ocultarlo que las cosas pueden salir caras", advierte.

Ponsatí, que fue consellera de Enseñanza en el ejecutivo de Carles Puigdemont, critica la respuesta del Govern a la sentencia sobre el 25% de castellano en las escuelas; advierte que la escuela catalana era uno de los activos de Catalunya y que se está deteriorando y devaluando, y que el trabajo de las autoridades educativas es la contraria ante una ofensiva contra la inmersión que describe como "cultural y desnacionalitzadora", por lo cual ha reclamado que se defienda "con convicción y con firmeza".