15 minutos tarde, con la ausencia forzosa de Quim Forn, con 29 caras nuevas -entre las cuales exministros, exconsellers y un exprimerministre-, un par de protestas y un acuerdo in extremis. Así ha arrancado este martes el pleno de cartapacio del Ayuntamiento de Barcelona con que ha quedado oficialmente inaugurado un nuevo mandato. Por delante cuatro años que si nada cambia, cosa nada descartable, tendrán al frente un gobierno de coalición entre Comunes y el PSC que suma 18 de los 41 concejales, por lo tanto aún en minoría.

Los equipos de Colau y Collboni han cuidado la escenografía hasta el último detalle. Conscientes de que están en el foco de la diana de la oposición, han querido visualizar una imagen de gobierno unido, y han buscado la fotografía entrando juntos en el salón de plenos.

Colau y Collboni lleno ayuntamiento de Barcelona Marina fernández

Minutos antes, en una reunión de última hora con todos los grupos, habían conseguido arañar un acuerdo para el cartapacio, es decir, para la organización de la estructura interna del Ayuntamiento, desde las comisiones a las presidencias de distrito y los asesores. Tras semanas de desacuerdo, Comunes y PSC ha conseguido convencer a ERC, el PP y Valls, con quien suman la mayoría suficiente. En cambio, JxCat ha votado en contra y Cs se ha abstenido.

El pacto ha sido posible porque el gobierno ha accedido a ampliar el número de asesores que tendrán los grupos de la oposición, les ha cedido todas las presidencias de los distritos -quien más tendrá serán los republicanos con 5- y ha ofrecido a ERC dos de las cuatro presidencias de las comisiones. Donde sí ha habido unanimidad es en el reparto de cargos en el Área Metropolitana de Barcelona, las empresas que dependen del Ayuntamiento y los distritos. 

Lazo amarillo en el asiento de Forn

A pesar de ser concejal de pleno derecho, porque ningún tribunal le ha suspendido de sus funciones que adquirió en el pleno de constitución de hace un mes, Joquim Forn no ha podido asistir al pleno inaugural porque el Supremo no se lo ha permitido. En el sitio donde le habría correspondido sentarse, el grupo municipal de JxCat ha colocado un lazo amarillo. Su jefa de filas, Elsa Artadi, ha manifestado la excepcionalidad que eso supone, "es un caso único en toda Europa", se ha exclamado. También han hecho referencia Ada Colau y Enrest Maragall. Ella lo ha hecho nada más empezar su primer discurso, "lamentando que Quim Forn no nos pueda acompañar". Instantes después, el líder municipal de ERC le ha respondido que "yo no lo lamento, yo lo denuncio".

Lazo amarillo 2 ayuntamiento de Barcelona Quim Forn

Colau ha explicado que para no alterar el resultado de las votaciones, siempre que vaya de un voto un miembro del equipo de gobierno se marchará del pleno para no sacar ventaja de la ausencia de Forn.

Valls recuerda a Colau que es alcaldesa gracias a él

Manuel Valls ha seguido el guion habitual. Ha caldeado el ambiente volviendo a negar la existencia de presos políticos y le ha recordado a la alcaldesa que "ha conseguido su cargo gracias a unas fuerzas políticas que decidieron que era fundamental evitar a un alcalde comprometido con el procés". Y la ha advertido de que "durante los próximos cuatro años Barcelona no estará al servicio de la causa independentista". Ahora bien, ha extendido la mano a Colau y Collboni para pactos de ciudad.

Tanto el ex primer ministro francés como el popular Josep Bou han apretado a Jaume Collboni, a quien han reprochado que permita a la alcaldesa colgar un lazo amarillo en la fachada. El líder de los socialistas en Barcelona y número dos del gobierno municipal ha asegurado que "mi grupo nunca avalará el uso partidista de la institución que pueda alterar la neutralidad del Ayuntamiento, esta tiene que ser la casa de todos".

Ciutadans también ha subido al carro de las críticas en este ámbito. Su portavoz Luz Guilarte ha cuestionado a Colau que "publicite el separatismo en el espacio público" y "vaya a ver líderes golpistas" a la prisión.

Polémica más allá del procés

El pleno no ha sido del todo plácido y no sólo por el debate independentista. En la tribuna del público, las primeras pancartas y protestas del nuevo mandato. Los primeros en alzar la voz han sido los trabajadores de TMB que han recriminado a gritos que la alcaldesa ignora sus demandas contra la presencia de amianto en el metro. Después lo han hecho los representantes del sindicato de la Guardia Urbana, críticos con la gestión de la seguridad de los comunes, un área que ahora pasa a manos del PSC, con Albert Batlle como máximo responsable.

Los deberes pendientes: seguridad, vivienda y contaminación

Colau ha fijado el esfuerzo por reducir las desigualdades, con especial énfasis en la vivienda, la lucha contra el cambio climático y la mejora de la seguridad como los tres principales retos de su gobierno. Unas prioridades que comparte con la mayoría de grupos, especialmente con sus socios socialistas, con ERC y en buena medida con JxCat. La cuestión será ver si se ponen de acuerdo en cómo hay que poner remedio a estos problemas.

En este sentido, la alcaldesa ha pedido "tener mirada larga, los últimos cuatro años han sido muy complejos institucionalmente". Ha recordado que "la ciudadanía está harta de tacticismos y partidismos" y ha emplazado a los concejales y concejalas a "trabajar más allá de los intereses de partido" porque "seguro que con todos podemos llegar a acuerdos". Asimismo ha querido destacar la importancia primordial de aprobar presupuestos, cosa que "hace mucho tiempo que no pasa ni en el Estado, ni en la Generalitat, ni en el Ayuntamiento".

Durante sus primeros discursos, la oposición ha expresado "inquietud" en relación a la voluntad de Comunes y PSC de llegar a acuerdos, pero a pesar de eso todos se han mostrado abiertos a colaborar para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía y dispuestos a dialogar. El secreto del éxito será que más allá de las palabras, prediquen con el ejemplo. Todos.