Las horas pasan y el pacto no llega. ERC y JxCat continúan enrocadas en sus posiciones, mientras el margen de tiempo para lograr un acuerdo a la Diputación de Barcelona es cada vez más estrecho. Si no hay cambios de última hora, este jueves a las 12 del mediodía la socialista Núria Marín se convertirá en presidenta del ente supramunicipal con los votos de su partido y de JxCat, tal como sellaron los dos grupos el viernes pasado.

El Parlament ha sido durante todo el día el escenario de contactos y conversaciones entre los dos grupos. Se han podido ver por allí el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, y el número tres del partido, Ferran Bel, los dos firmantes del pacto con los socialistas; así como también varios dirigentes republicanos. Las conversaciones entre los dos grupos, sin embargo, no han dado a estas alturas sus frutos y desde los dos lados cada vez se ven menos posibilitados de acuerdo.

El principal escollo entre los dos partidos es la reversión de pactos municipales. El espacio postconvergente insiste en que para romper el pacto alcanzado con el PSC en la Diputación, los republicanos tendrían que revertir los que ellos tienen en varias poblaciones catalanas donde, aunque JxCat ganó las elecciones, ERC llegó a un pacto alternativo con los socialistas para arrancarles la alcaldía. Especialmente ponen énfasis en tres espinas clavadas: Sant Cugat, Figueres y Tàrrega. Los republicanos, por su parte, consideran que no se pueden deshacer los pactos municipales, por la complejidad que supondría la operación y la existencia de una cierta "lógica local", y se abren a hablar sólo de la Diputación.

Discrepancias sobre el voto de los comunes

Los dos grupos han esgrimido en público este miércoles sus diferencias en los pasillos del Parlament. Los republicanos, en boca de Sergi Sabrià, han pedido a sus socios a la Generalitat que se dejen de "excusas" y decidan si quieren pactar con ellos o con el PSC. Sabrià ha defendido que las "matemáticas son sencillas" y que los dos pactos suman, rebatiendo así uno de los argumentos de JxCat, que defiende que la operación de pacto independentista en la Diputación pasaría por el beneplácito de los comunes y que este no está asegurado.

De momento, los Comuns han optado este miércoles por mantener el silencio y no aclarar cuál será el sentido de su voto. Lo que sí que han dejado claro, sin embargo, es que no darán apoyo a ningún gobierno que incluya JxCat, Cs y el PP y que su opción ideal seria una tripartito de izquierdas donde hubiera el PSC y ERC. Eso sí, también aseguran que no se prestarán a la propuesta que este martes hizo el popular Xavier García Albiol de regalar los votos a Núria Marín para evitar que esta dependa de JxCat o que los independentistas gobiernen el ente con otra lista.

¿Cuáles son las sumas posibles?

Es a este punto donde se cogen los republicanos para asegurar que el pacto ERC-JxCat-Tot per Terrassa es posible. Si los comunes votan en blanco o presentan a su propio candidato, el primer acuerdo tendría 24 votos y uno del PSC-Cs-PP sólo reuniría 22. Hay que recordar que en la elección de la presidencia de la diputación y, en caso de que haya más de una candidatura, sale se escogida la que tiene más votos, independientemente de si llega a la mayoría absoluta.

Sin embargo, los comunes no han aclarado si podrían variar su posición si ERC y JxCat llegaran a un pacto donde los postconvergentes presidieran el ente, tal como los republicanos ofrecieron este lunes. A estas alturas, también Cs ha confirmado que votarán a su propio candidato aante lo que consideran una acuerdo "infame" entre socialistas y postconvergentes. De mantenerse esta candidatura, también el pacto independentista que propone ERC prosperaría, pero evidentemente, podrían acabar retirándola a último momento.

Para que estas sumas funcionen, sin embargo, tendría que haber un pacto previo de ERC-JxCat que de momento no parece llegar.

El Govern, aislado pero tocado

Sea como sea, los dos partidos independentistas y socios de Ejecutivo se han conjurado para evitar que el desacuerdo a la Diputación no baje Rambla abajo y acabe afectando al Govern de la Generalitat, especialmente ahora que se está a la espera de la sentencia del juicio en el procés. Sin embargo, nadie puede negar que las relaciones quedan ahora todavía más tocadas. JxCat no ha digerido que ERC los haya arrebatado alcaldías tan importantes como la de Sant Cugat o Figueres, y los republicanos tardarán en olvidar el pacto en la Diputación. Los dos saben, sin embargo, que están condenados a entenderse.