Un inmenso alivio respiran las portadas impresas del trío de diarios antigubernamentales de Madrid (El Mundo, ABC, La Razón). Un toque de rabia contenida se aprecia en la portada de El País, al otro lado del ring. La decisión de la fiscalía de oponerse a que el Tribunal Supremo investigue a Pablo Casado, el presidente del PP, por su master de mírame y no me toques, señorea hoy las cuatro primeras –en menor medida la de l'ABC, que continúa, impasible el ademán, obsesionado con la tesis doctoral de Pedro Sánchez.

Ha sido como soltar la correa de los tres diarios de referencia en pos de su verdadero objetivo: Sánchez dimisión, elecciones ya. El Mundo es quien lo resume con más contundencia en su titular. Una vez limpio, ya pueden ponerse detrás de Casado, con las manos libres para ir al cuello de Sánchez, que tendrá que explicar, bonus track, las irregularidades en el master de su exministra de Sanidad, Carmen Montón, a quién la jueza investiga por cohecho y prevaricación –vaya, los mismos delitos atribuidos a Casado.

ME

ABC

LR

EP

La fiscalía dice que el soborno –del que quizás "habría" indicios– no puede investigarse porque ya ha prescrito, y que no se acredita como es debido la prevaricación –que no ha prescrito y mantendría vivo el otro delito por conexión, según la jueza.

En la información, sin embargo, ninguno de los tres diarios recuerda cómo el líder del PP se ha puesto en este aprieto –cosa que sí hace El País. Da la impresión de que Casado es un perseguido, pobre, y que le han movido todo este barullo para impedir que actúe contra el mal gobierno de Pedro Sánchez.

¿Cómo ha llegado hasta aquí?

Los hechos, sin embargo, siguen vivos tal como los resume eldiario.es, que los levantó e investigó. El hombre obtuvo un master presencial sin ir a clase. Por su título de derecho le convalidaron 18 de las 22 asignaturas del curso. Aprobó las restantes cuatro con cuatro trabajos que suman 92 páginas –y que Casado se niega a hacer públicos. Todo fue arreglado con Enrique Álvarez Conde, el director del Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos I, donde se impartía el master –no con los profesores de las materias. Álvarez ha sido destituido. El instituto, disuelto.

Tres compañeras de promoción de Casado –relacionadas también con la política o la misma universidad– disfrutaron de un trato similar y continúan imputadas. Una ha reconocido que obtuvo el título sin hacer casi nada –como Casado, que entonces era ya presidente de Nuevas Generaciones del PP y diputado autonómico, mientras Esperanza Aguirre era presidenta de la Comunidad de Madrid.

De eso, ni palabra. Ni los fiscales entran a discutirlo. Como dice un malo de la serie Designated Survivor, una cosa es saberlo y otra probarlo. Pero, delito o no delito, les será muy difícil hacer entender al pueblo espeso y municipal que Casado campe ligero como una liebre con un master tan malogrado. El jefe de filas del PP siempre ha alegado que hizo lo que le pidió el catedrático Álvarez Conde. El resto, una conspiración del gobierno socialista y sus socios "separatistas y populistas" con la que esos diarios se apresurarán a martillearnos la semana que viene y más allá.

Fotos triunfales

La jueza que había pedido al Supremo que encausara a Casado –obligado por el foro del diputado– no se ha cortado y ya ha preguntado a los fiscales de su tribunal si debe mantener imputadas a las otras tres compañeras, y recuerda que, en el transcurso de su investigación, nunca se han opuesto a sus actuaciones.

Es el manotazo del ahogado. La sala del Supremo que decidirá si acepta o no el caso la componen cuatro jueces de la misma línea: el presidente de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena; Pablo Llarena, Francisco Monterde y Miguel Colmenero. La quinta es Ana Ferrer, única considerada adscrita al sector progresista de la judicatura. Es altamente probable que acaben la cosa diciendo que si el ministerio público no ve motivos para acusar, ellos tampoco son quién.

De ahí la alegría torrencial de la Brunete mediática impresa este sábado, que ya da por hecho que la cosa no irá más allá. Las fotos de triunfo de Casado que visten las portadas de La Razón y El Mundo explican el estado de ánimo del político, naturalmente, pero también muestran el de estos diarios.