"Putin buscaba la finlandización de Europa y conseguirá la otanización de Europa". Así se ha pronunciado el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, durante la cumbre celebrada esta semana en Madrid por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Una visita que ha llevado a algunos de los jefes de Estado más importantes de ambos lados del océano a la capital, y que ha servido a Pedro Sánchez para poder sacar a pasear la hospitalidad española, con una cena de lujo y un recorrido por el museo del Prado. Pero la satisfacción de los invitados no ha sido la única victoria de estas jornadas para el presidente del gobierno.

La cumbre ha servido también para potenciar, al menos simbólicamente, el papel de Pedro Sánchez en el contexto geopolítico internacional. Una manía que durante las primeras semanas de la guerra en Ucrania tocó fondo cuando el mandatario español se vio reiteradamente ignorado durante las conversaciones de Volodímir Zelenski con algunos de los principales líderes mundiales. Ahora, en un giro de fortuna, Sánchez ha conseguido acaparar protagonismo y hacerse escuchar, incluso, por aquel quién antes solo le dedicaba treinta segundos de conversación.

Con todo, en una conferencia que tan solo ha servido para demostrar la importancia que tiene a la OTAN para Europa en un momento de conflicto bélico en el este del continente, el cual ha revitalizado la necesidad de esta organización militar estrechamente ligada a los intereses geopolíticos de la Casa Blanca. Así se explica que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, haya anunciado que las fuerzas militares de la alianza a disposición pasarán de 40.000 a 300.000, mientras que la presencia de soldados norteamericanos ha aumentado en 40.000 durante los últimos seis meses. Pedro Sánchez ha aprovechado esta realidad para reforzar el papel de España en el panorama internacional. Y, especialmente, mostrarse como un garante de los intereses norteamericanos en Europa.

Cooperación, gasto militar y destructores

Una estrategia que se ha materializado de tres maneras. Por una parte, con un nuevo pacto entre el mandatario español y su homólogo Joe Biden, que "amplía, actualiza y refuerza" la cooperación entre los dos países después del último acuerdo entre las dos partes, que fecha de una época en que los protagonistas eran José María Aznar y George Bush. El documento, de 18 puntos, apuesta por desarrollar la colaboración en materias de asuntos de interior, como la extradición y la migración, y también en cuestiones económicas, comerciales y políticas, por lo que se aboga por contactos "regulares". La satisfacción de la parte española ha sido evidente, considerándolo "un hito importante entre ambos países", y Sánchez aún se ha podido llevar la alegría de seguir como Biden definía el Estado español como "un aliado indispensable para defender la seguridad compartida".

Uno de los puntos de este acuerdo precisamente pretende evidenciar materialmente este intento de fortalecer las relaciones. Y es que los Estados Unidos aumentarán su presencia militar en la base naval de Rota, que se encuentra en Cádiz. De los cuatro barcos destructores que hay actualmente se pasará a un total de seis. Al fin y al cabo, enmarcado en el plan estratégico de la OTAN que implica incrementar la presencia de los norteamericanos en Europa. Esta propuesta, sin embargo, significa reformar el Convenio de Cooperación para la Defensa de 1988, por lo que lo tiene que aprobar primero el Congreso de Ministros, y posteriormente el Congreso de los Diputados.

Y aún una última vía: en una entrevista esta semana, Sánchez ya pedía a la izquierda "reflexionar" sobre la posibilidad de incrementar el gasto presupuestario en Defensa. Se trataba de un aviso para sus socios: el gobierno prevé prácticamente doblar la cifra que destina al ámbito militar, del 1,03% del PIB actual (unos 10.000 millones anuales) a un 2% del total. Y quiere hacerlo durante esta misma década, entre los años 2028 y 2030. Un incremento chalado, y que se enmarca plenamente en el reclamo de la OTAN, que en 2014 apeló sus miembros a llegar a este porcentaje.

Los socios, en contra

Pero el sueño de Pedro Sánchez de fortalecer los vínculos con los Estados Unidos y la OTAN podrían quedar restañados antes de tiempo. Y es que sus socios en el gobierno de coalición, Unidas Podemos, ya han alertado de que no lo ven demasiado bien. El presidente del grupo parlamentario, Jaume Asens, ya afirmó rápidamente que a su afirmación no le gusta el acuerdo con Biden que pretende incrementar el número de barcos a Rota, el cual no aprobarán cuándo llegue para votarse en el Congreso. "Significa más militares, más destructores norteamericanos y más dependencia y sumisión a los Estados Unidos", alertó, añadiendo que la respuesta a la guerra en Ucrania no tiene que ser una escalada militar. Asens también cargar contra la pretensión de elevar el presupuesto de Defensa, rechazando dar su apoyo. "Ya sabéis cuál es nuestra posición en el tema", remachó.

También la líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha plantado cara a la aspiración de Sánchez, sentenciando que España no necesita más gasto en Defensa, sino que se tiene que apostar para incrementar las aportaciones para cuestiones sociales. "La pregunta que se tiene que hacer es si se destina más dinero a la inversión militar, ¿de dónde sale este dinero? Siempre hemos pensado que España necesita más rentas garantizadas que inversión en tanques y armas", afirmó. Con respecto a Rota, considera que el aumento de destructores "no es una decisión pertinente", ya que incrementaría la dependencia de "sujetos externos".

Queda claro, pues, que este trabajo iniciado por la parte socialista del Gobierno y que pretende lanzar a España de lleno en la carrera para militarizarse durante los próximos años, respondiendo así a los reclamos de los Estados Unidos y de la OTAN, se verá frontalmente obstaculizado por sus socios del ejecutivo. Se trata tan solo del enésimo caso de enfrentamientos dialécticos entre el PSOE y Unidas Podemos por cuestiones que afectan directamente al gobierno central. Esta vez, sin embargo, también con aportaciones externas de otros grupos políticos: mientras que el Partido Popular se ha mostrado favorable a consensuar con los socialistas la militarización española, Esquerra Republicana, Más País y Compromís ya se han plantado en contra.