El alto representante diplomático de la UE, Josep Borrell, no consigue resolver su enfrentamiento con Rusia y hoy ha aparecido un nuevo encontronazo. El ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha acusado a Borrell de hacer acusaciones "cínicas y absurdas" contra Rusia, acusándola de querer erosionar la unidad de la UE, después de la polémica sobre Navalni y los presos políticos y exiliados catalanes.

"El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, ha vuelto a presentar alegaciones no fundamentadas, afirmando que Rusia quiere erosionar la unidad de la UE, y denigra sus credenciales democráticas. La absurdidad y el cinismo de estos ataques han caído en el exceso", ha señalado en la red a través de la cuenta oficial del ministerio.

El alto representante diplomático de la UE se intentó excusar la semana pasada del desbarajuste político que provocó su reciente visita a Rusia, en una entrevista en el semanario alemán Der Spiegel, y no se privó de revelar que detrás de sus indecisiones estaba el procés independentista. "No fui a Moscú a hablar de Catalunya", se justificó.

La revista no se explicaba cómo, con la fama de político irascible que tiene Borrell, quedara callado ante el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, cuando este sacó el tema de la situación política catalana para demostrar las contradicciones que tienen España y la UE en esta materia. Los periodistas le preguntaron por eso. "Un diario español lo describió en una ocasión como una persona de carácter volcánico. ¿Dónde estaba este volcán cuando el ministro de Asuntos Exterior de Rusia lo ridiculizó en público en una rueda de prensa, mientras Moscú expulsaba a diplomáticos de tres países europeos?", preguntaron.

Borrell intentó aclarar qué le pasó. "A mí me conocen por reaccionar de forma inmediata y por no evitar ninguna discusión. Cuando Lavrov comparó el caso de Navalni con los catalanes que fueron condenados por el papel que tuvieron en el referéndum de independencia, consideré en un momento discutir con él ante las cámaras. Pero decidí no hacerlo. No fui a Moscú a hablar de Catalunya. Y por eso me quedé silencioso", apuntó.

Con más distancia, el exministro español reconoció que se equivocó y que se la tendría que haber jugado. "Tendría que haber cedido a las ganas de discutir", indicó a pelota pasada.

En una rueda de prensa en Moscú después de una reunión que mantuvieron los dos políticos el 5 de febrero, el jefe de la diplomacia europea insistió públicamente en reclamar la puesta en libertad de Navalni y subrayó que la UE espera una investigación "independiente y completa" sobre el envenenamiento del líder opositor este verano.