Dicen que es normal que se haya dictado orden de detención contra la diputada de la CUP Laia Estrada; que eso ha pasado a raíz de su no comparecencia ante un juez que la citó a declarar.

Dicen que es normal porque la diputada está siendo investigada por unos desórdenes públicos, que por cierto ella niega, que se produjeron durante las protestas por la reunión en Barcelona del gobierno de Pedro Sánchez en diciembre del 2018.

Dicen que todo es normal, que el procedimiento judicial tiene sus trámites y sus tiempos, y ahora llevan a la detención de la diputada.

Pero la verdad es que a mí nada me parece normal.

Ya no me pareció normal que Pedro Sánchez decidiera hacer una cosa tan inédita como reunir el consejo de ministros en Barcelona, justo en diciembre del 2018, con las heridas por la represión contra el referéndum abiertas y con los líderes independentistas en la prisión y el exilio.

No me pareció normal que se tuviera que blindar la ciudad para hacer una reunión que a penas sirvió para anunciar el cambio de nombre del aeropuerto del Prat.

Tampoco parece normal que estas protestas en Catalunya acaben sistemáticamente en los juzgados.

Ni me parece normal que una diputada de la CUP sea detenida, aunque inmediatamente después de comparecer ante el juez la pongan en libertad.

Y tampoco me parece normal que todo eso pase justo en el momento en que los cupaires se sitúan como mediadores para intentar rehacer puentes entre Esquerra y Junts en las negociaciones para la investidura.

Pues, no. Que quieren que los diga. Nada de todo eso me parece normal.