Ni los guionistas de Juego de Tronos habrían sido capaces de imprimir tantas dosis de intriga, subtramas y giros de guión como incorpora el serial postelectoral para escoger el nuevo alcalde o alcaldesa de Barcelona los próximos cuatro años. Los equipos negociadores trabajan a toda máquina con la vista puesta al 15 de junio, el día inamovible de la investidura en el Ayuntamiento. Las dos opciones sobre la mesa: Ernest Maragall, que ganó las elecciones por 5.000 votos y Ada Colau. Los dos plantean públicamente dos tripartitos imposibles. Él, un acuerdo de ERC con los comunes y JxCat; ella un gobierno de los comunes y ERC con el PSC.

Para ser alcalde hay que obtener la mayoría absoluta en la primera votación, como pasó con Colau ahora hace 4 años, cuando contó con el apoyo de sus 11 concejales, más los de ERC, el PSC y la CUP. Si no se llega, automáticamente es designado el candidato más votado en las elecciones. Maragall y Colau suman 20, les falta uno para la mayoría. Los dos ya se han reunido para intentar desencallar la situación, pero a pesar de la predisposición para entenderse, el obstáculo sigue siendo el mismo, que ninguno de los dos quiere renunciar, según manifiestan en público, a incorporar JxCat y los socialistas, respectivamente.

En paralelo al procés para investir a Maragall, el PSC -partido en el cual militaba hasta que rompió el carné- ha activado una operación para impedirle ser alcalde. La maniobra cuenta con la connivencia indispensable de Manuel Valls. El ex primer ministro francés se ha ofrecido a Colau, sin condiciones, para regalarle la alcaldía a cambio de nada, con el único propósito impedir que un independentista comande el gobierno municipal.

Enseguida ha salido la dirección de Ciutadans para desautorizarlo y puntualizar que la única alternativa posible es investir a Collboni y que sea como sea se pedirán contrapartidas. La ruptura entre Valls y el tándem Rivera-Arrimadas parece inevitable, es una de los subtramas de esta historia. Sea como sea, Valls consiguió entrar 6 concejales en el Ayuntamiento, de estos sólo 3 tienen el carné de Cs, los otros -él, Corbacho y Parera- son independientes y con su voto bastaría para materializar la carambola e investir a Colau.

Colau se deja querer

La pregunta clave es qué hará Colau con este regalo envenenado. ¿Aceptará o no los votos de Valls, teniendo en cuenta que son gratuitos? Después de la primera reunión entre Maragall y Colau, que se ha llevado a cabo este miércoles por la tarde, el alcaldable republicano se ha mostrado optimista con que su candidatura prospere y ha asegurado que Colau le había trasladado que quiere trabajar en un "acuerdo de gobierno para que yo sea alcalde", descartando la viabilidad del proyecto Collboni-Valls.

No es exactamente eso lo que venden en el otro lado. El número de Colau, Joan Subirats, también ha comparecido después de la reunión entre los dos alcaldable, pero lo ha hecho para insistir en un "pacto de izquierdas" que incluya ERC y el PSC. Preguntado directamente por si aceptarían los votos de Valls, el ideólogo de BComú ha echado balones fuera. Y eso, en sí mismo ya es noticia, porque no ha descartado esta opción. Se ha limitado a agradecer el ofrecimiento de Valls y, aunque ha cerrado la puerta a ningún "acuerdo de gobierno" con él, no se ha negado a aceptar sus votos.

Sobre si Maragall, que ha ganado en votos, tiene que ser el alcalde, ha sido lo bastante ambiguo como para dejarlo todo abierto y guardarse un as en la manga: "no estamos hablando de investidura, de quien será alcalde o alcaldesa, estamos hablando de un acuerdo de gobierno". En este punto, ha insistido en hablar de un acuerdo de izquierdas con ERC y PSC y que excluya JxCat. Pase lo que pase, sin embargo, Colau no tomará ninguna decisión definitiva sin una consulta en las bases de Barcelona en Comú. Es decir, que la última palabra sobre el futuro gobierno de la ciudad la tendría la militancia de los comunes, como ya pasó cuando decidieron expulsar a los socialistas del gobierno municipal.

Maragall no quiere romper con JxCat

En el otro lado de la ecuación está Elsa Artadi, con quien Maragall también se ha reunido esta tarde, en su caso en el Parlament ya que los dos son todavía diputados de la cámara catalana. A diferencia de las voces discordantes sobre la reunión entre Maragall y Colau, el republicano y Artadi sí que han ofrecido una valoración más similar de lo que ha pasado entre bambalinas. Los dos han expresado que el primer contacto ha sido positivo y se han emplazado a seguir negociando. De hecho, Maragall viajará este viernes a la prisión de Soto del Real para reunirse con el alcaldable de este grupo, Joaquim Forn, y abordar con él personalmente los pactos postelectorales.

Sea como sea, todavía quedan 18 días para la sesión de investidura del nuevo alcalde de Barcelona y mucha partida por jugar. En las próximas horas Maragall enviará tanto a los comunes como JxCat una primera propuesta de acuerdo de investidura que se basará en dos ámbitos: una defensa clara de los derechos y las libertades y una apuesta por las políticas progresistas. A partir de aquí, serán los equipos negociadores, que se reunirán por separado, los que tomarán la iniciativa y tratarán de encauzar un acuerdo que, en estos momento, ya ha quedado claro que no será un camino de rosas. La cuenta atrás está activada y el día 15 Barcelona tendrá, sí o sí, un nuevo alcalde.