La semana que ahora finaliza empezaba el lunes a tarde en la Zona Franca. Una zona neutral: a la capital catalana, pero lejos de los focos y de las posibles protestas. Era el lugar escogido por ERC y PSOE para encontrarse y negociar la investidura. El lunes en secreto, el martes con foto de los medios de comunicación, después de una especie de juego del gato y la rata con los periodistas y con confusiones horarias, para evitar más presión mediática. Eran la tercera y la cuarta reuniones conocidas entre los equipos negociadores de las formaciones, dos en Madrid y dos más en Barcelona, más allá de otros evidentes contactos e intercambios de documentos. A partir de entonces los focos se han apagado, pero la negociación ha continuado. A fuego lento.

Las conversaciones han cogido ahora un tono más discreto, porque los dos partidos están convencidos de que, para avanzar, hay que hacerlo así. La actitud, la ausencia de filtraciones y la prudencia en las declaraciones públicas son muestras de la voluntad negociadora de las dos formaciones. Ahora bien, las dos partes son conscientes que para llegar al acuerdo harán falta sortear muchos obstáculos y esperar que un calendario minado no acabe dinamitándolo todo. Los socialistas quieren la investidura antes de acabar el año y, sobre todo, antes que todo se pueda envenenar y los barones del partido pueda reorganizarse y fortalecer la presión. Los republicanos, sin embargo, preferirían esperar en enero, aunque ya no descartan que pueda ser antes. Siempre, sin embargo, una vez haya pasado esta semana.

Los de Oriol Junqueras tienen varias citas marcadas en rojo en el calendario, desde hoy y hasta el sábado, que seguro que removerán el tablero político. Lo que faltará es ver hasta qué punto lo hacen. La más importante será el jueves, cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, decidirá sobre el alcance de la inmunidad de Oriol Junqueras y las implicaciones que tiene. Esta, sin embargo, no será la única. De hecho, la semana empezará con una vista en los juzgados de Bruselas sobre la euroorden del expresidente Carles Puigdemont y los exconsellers Toni Comín y Lluís Puig. El miércoles habrá una nueva protesta del Tsunami Democrático coincidiendo con el clásico Barça-Madrid y el sábado los republicanos celebrarán su 28.º Congreso, donde se tiene que votar la nueva ponencia política.

Reunió ERC PSOE investidura Barcelona Sergi Alcàzar

A la espera de que el domingo que viene se pueda reevaluar como todo eso puede afectar a la investidura, los dos equipos negociadores continuarán esta semana las conversaciones y los intercambios de documentos. En la sede madrileña de Ferraz son conscientes de que el calendario es adverso pero, mientras ven cómo algunos barones del partido alzan la voz cada vez con más contundencia contra la negociación con el independentismo, son moderadamente optimistas y quieren pensar que finalmente habrá acuerdo.

En la calle Calàbria de Barcelona, los republicanos ven esta vez sí, a los socialistas con voluntad de negociar y llegar a acuerdo, pero aseguran que no piensan ceder si no se cumplen sus condiciones. Este mismo viernes lo recordaba el presidente del partido, Oriol Junqueras: ERC votará 'no' a Sánchez si no hay "mesa de negociación entre gobiernos". Los republicanos piden, desde hace semanas, una mesa de negociación entre gobiernos, dónde se pueda hablar de todo –también de autodeterminación y fin de la represión–, con un calendario claro y garantías de cumplimiento. Este mismo domingo el vicepresidente y coordinador nacional de ERC, Pere Aragonès, ha añadido que tendrá que buscar "una solución para los presos".

Avances, llamadas y algunas aristas

Después de meses de posiciones alejadas, especialmente durante la campaña electoral cuando el líder socialista y candidato a la presidente, Pedro Sánchez, subió exponencialmente el tono contra el independentismo, la negociación era complicada. Sin embargo, después de tres semanas, las reuniones que han trascendido han dejado entrever avances, aunque también algunas aristas. La principal: como tiene que ser la mesa de negociación. El PSOE partía de la idea de que tenía que ser en el marco de la Comisión Bilateral, cosa que ERC rechaza completamente, por lo que se están buscando otros fórmulas.

En el primer encuentro, cuyo resultado llegó con comunicados por separado a pesar de haber pactado el tono, el PSOE aceptó hablar de una "conflicto político", y no de convivencia entre catalanes, como señalaban hasta entonces. En la segunda, donde sí que hubo comunicado conjunto, se llegó a hablar de activar una "vía política" para resolver este conflicto. Finalmente, el martes pasado, en un nuevo comunicado conjunto a pesar de que cada vez más breve, se aseguró de que se constataban "avances en la definición de los instrumentos necesarios para canalizar el conflicto político sobre el futuro de Catalunya, que deseamos abordar desde el respeto y el reconocimiento institucional mutuo".

Moción de Censura Torra Aragones Budó - Sergi Alcàzar

Un día después del encuentro, la primera materialización. Los republicanos aseguran que exigieron a Sánchez un gesto con Torra para continuar las negociaciones y este, el miércoles cedió y anunció que llamaría, a pesar de que hacía semanas no le había cogido el teléfono. Eso sí, lo aguó anunciándolo en el marco de una ronda con todas los presidentes autonómicos que hizo enfadar el entorno del presidente Quim Torra y algunas espadas de JxCat, que pidieron "valentía" para negociar sobre autodeterminación y no gestos vacíos.

El papel de JxCat en la negociación

Unas palabras que eran una clara muestra del debate interno dentro de JxCat, entre la contundencia contra Sánchez y el no querer quedar fuera de una eventual solución para el conflicto catalán, en caso de acuerdo. También de cómo ERC intenta que sus socios de gobierno –y adversarios electorales– se impliquen en las conversaciones con el Gobierno para evitar llevarse solo un desgaste en las urnas de los sectores independentistas más unilaterales. Eso, en medio de una semana en la que las tensiones y recelos entre los dos grandes partidos independentistas, que hace tiempos que duran, se han vuelto a hacer evidentes y ha estado prácticamente diarios.

Primero por la cesión de senadores de ERC en JxCat para que tengan grupo propio. Los republicanos aseguran que siempre lo han hecho y lo vendieron como una muestra de unidad, mientras que JxCat aseguró que había habido un "intercambio" después de que ellos retiraran una moción del orden del día del Parlament que reafirmaba el derecho a la autodeterminación. El miércoles, de nuevo, las diferencias volvieron a rezumar en medio de la sesión de control parlamentario al gobierno. ERC hizo un llamamiento a a sus socios a "saber sumar" en las negociaciones y pidió no hacerse "temblar" los unos en los otros. Torra se desmarcó rápidamente, e instó a los republicanos "hacer honor al compromiso con la autodeterminación" y a hacerla efectiva "en el plazo más breve posible". El jueves, con la llamada de Sánchez en Torra, llegó la última discrepancia: ERC sacaba pecho, Torra lo menospreciaba.

Y en medio de esta negociación, y de las tensiones entre socios de gobierno, se cocinan los presupuestos de la Generalitat –y los del ayuntamiento de Barcelona-. El departamento comandado por el vicepresidente Pere Aragonés y los comunes llevan meses negociando y parece que el proyecto podría salir del horno en breve. Aunque el partido de Jéssica Albaich avisa de que todavía están lejos, ya hay un preacuerdo sobre los ingresos y ahora se está avanzando departamento a departamento para acabar de acordar el reparto de los gastos. Las dos partes, sin embargo, son optimistas.