Unos centenares de personas –buena parte de los cuales eran turistas curiosos– han desafiado al frío, que ha ido aumentando a medida que avanzaba la noche, para recibir al 130º presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Ha sido un recibimiento con pocas banderas, entre las cuales ha destacado una española izada sobre un palo hecho con una caña de pescar de cuatro metros comprada en Decathlon. El abanderado lo ha explicado, lamentando que los ciudadanos estén, dice, "hartos del Gobierno [catalán]". "Dos millones no pueden ir en contra de cinco", ha puntualizado, haciendo referencia a los independentistas sobre el conjunto del censo electoral. Ha asistido a plaza Sant Jaume para "defender a mi rey" y "a los míos", que ha explicado que son el PP y el Estado. Se le ha unido un grupo de mujeres y hombres que le han dado apoyo, se han hecho fotografías con él y han intentado hacer oír su voz por encima de los gritos de independencia. "¡Viva Catalunya española!", han repetido. "¡Venís a provocar!", les han recriminado varias mujeres, instándolos a retirar la bandera. Otros, en cambio, han considerado que están en su derecho porque "somos una democracia y por eso queremos votar".

La tensión se ha reducido a unos pocos momentos que rozaban el humor por las dos partes, ya que en general todo ha ocurrido como una de aquellas competiciones escolares entre clases en las que disputan quién anima con más pasión. Los que se han llevado un buen abucheo de los independentistas han sido el ministro del Interior en funciones Jorge Fernández Díaz, la delegada del Gobierno María de los Llanos de Luna e incluso el alcalde de Lleida Àngel Ros, a quien lo han acusado de "venderse la lengua" por su pacto con Ciudadanos en el Ayuntamiento. Los miembros del Ejército asistentes al acto han sido recibidos a fuertes gritos de "independencia", mientras que al primer secretario del PSC Miquel Iceta, se le ha pedido "que baile".

Uno de los que han apoyado al portador de la bandera española ha dedicado la mayor parte del tiempo a explicar a las mujeres del mismo grupo los aspectos históricos que, dice, cabe tener en cuenta para percibir la españolidad de Catalunya, mientras ellas asentían con la cabeza. Cuando se ha marchado, uno de los chicos que ha ayudado a llevar una gran pancarta donde decía "Amer, tierra de presidentes", ha aprovechado para intentar seducir a las mismas mujeres explicándoles que "con la independencia buscamos relacionarnos con España de igual a igual". A unos pocos metros, un autóctono ha explicado a unos ingleses en qué consistía el día y los ha situado en el proceso independentista.

"Nadie nos regalará nada", ha dicho Montserrat, "no será fácil para el nuevo presidente". A su lado, Carme afirma que Puigdemont la "enamoró al discurso de investidura". También se llevó una sorpresa grata con él, Àlex, que lo considera "un buen presidente" viniendo de "otro buen presidente" y se felicita porque los partidos independentistas han llegado a un acuerdo: "Espero que el presidente de la futura República catalana sea Mas", ha dicho.

Cuando finalmente han salido a saludar, el presidente saliente, Artur Mas, y el nuevo presidente, Carles Puigdemont, se han llevado los aplausos y los vítores del público, que han vaciado la plaza poco después.