El ministro de Hacienda Cristóbal Montoro ha cortado la polémica sobre una quita de la deuda de las autonomías durante la comida de trabajo que Mariano Rajoy ha presidido este lunes en Génova con los barones autonómicos. No existirá esa concesión, según adelantaba a la salida el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo a las puertas del cónclave. "No sería razonable que aquellos que deben más dinero tengan una quita de la deuda. Diferente sería buscar una reestructuración u otras formas de pagarla. Lo contrario, sería inmoral y contrario a la economía" ha denunciado uno de los pesos pesados del partido.

Lo ha confirmado asimismo el coordinador general del PP Fernando Martínez Maíllo, quien ha anunciado que el PP trabajaba en un "documento negociado, interno, una propuesta para mejorar la financiación autonómica y local. Las bases esenciales en que estamos de acuerdo", ha expuesto. El dirigente popular ha denunciado entonces que ciertos barones del PSOE apremiaran al Ejecutivo sobre la "injusticia" del modelo actual porque este fue pactado entre el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, con ERC, ICV, de manera que "no era de país" y el PP votó en contra.

La polémica nació porque Montoro admitió públicamente hace unos días en el Congreso la posibilidad de estudiar la deuda de las comunidades infrafinanciadas en el marco del nuevo sistema de financiación. Sin embargo, este lunes ha querido dejar claro que en ningún momento ha pensado en aprobar quitas de deuda, sino algún mecanismo de refinanciación que dé oxígeno a las autonomías más endeudadas. Uno de los presidentes autonómicos del PP ha revelado al final del encuentro que el ministro dijo que los medios de comunicación lo malinterpretaron.

La cuestión es que el proyecto de reforma de financiación estaba en manos del ministerio de Hacienda y su pacto con las autonomías era una de las prioridades de Rajoy. Ahora, sin embargo, el PP asegura que trabajará en su propuesta. Preguntado por El Nacional sobre cómo forma influiría en ese entramado que Catalunya no tuviera Gobierno –si esperarían a su formación–, Maíllo ha dicho que su documento no implicaba necesariamente "que tuvieran que trabajar sobre él", sino que serviría para contraponerse a la opinión de otras formaciones y que, en todo caso, la nueva Generalitat tenía que ir a las reuniones.