Tan pronto como ha abierto la boca, a Meritxell Borràs se le ha roto la voz recordando las palabras de su padre, Jacint Borràs, uno de los fundadores de Convergència, para ilustrar al tribunal sobre el hecho de que "Catalunya es una realidad histórica". Poco a poco, la exconsellera de Governació ha ido recuperando la compostura y ha concluido su alegato final, que ha durado nueve minutos, confiando en que tarde o temprano habrá una solución para el conflicto político que vive Catalunya.

Retirada del todo de la vida política, Borràs ha dejado claro: "No volveré, pero alguien tendría que tener en cuenta que hay nuevos políticos y que vendrán de nuevos, y que el anhelo de Catalunya para decidir su encaje con Europa continuará". En este punto se ha mostrado esperanzada: "Soy positiva y quiero pensar que entre todos encontraremos una solución dialogada que nos satisfaga a todos". Ha citado a Joan Maragall para pedir a España que escuche "la voz de un hijo que te habla en lengua no castellana".

Por la mañana, su abogada la ha desvinculado de la organización del referéndum, durante la exposición de las conclusiones definitivas de la defensa. Horas después, la propia Meritxell Borràs ha señalado ante la sala que tendrá que decidir si la condena o no por malversación, delito por el cual le caerían 7 años de prisión, que el 1-O "se hizo sin gasto público, teníamos todos muy claro que no habría, porque hacerlo exponía a los funcionarios y trabajadores públicos y no estábamos dispuestos".

Borràs ha reservado un espacio de su alegato final para defender a sus compañeros encarcelados. "Yo no estoy acusada de rebelión, pero estaba aquellos días y no hubo clima de violencia, a ninguno de mis compañeros del Govern se le pasó por la cabeza hacer uso de la violencia, como tampoco a Cuixart, a Sànchez o a Forcadell", ha sentenciado.