"El PP nunca ha tenido un problema con los homosexuales, nunca". Con estas palabras, el vicesecretario de acción sectorial del PP, Javier Maroto, ha negado hoy en la Cadena Ser que su partido quisiera negar el matrimonio entre personas del mismo sexo y ha justificado que durante siete años tuvieran vigente el recurso contra la ley del matrimonio homosexual bajo el argumento que el PP recurrió que en el derecho civil llamara matrimonio a la unión entre personas del mismo sexo".

A pesar de haber dejado claro que él desde el primer día posicionó "de forma contraria a este recurso", Maroto ha recordado que el PP ha tenido mayoría absoluta desde entonces y que, aun así, nunca ha hecho nada, "ni ha querido cambiar nada", ni el programa electoral lo contemplaba.

Estas justificaciones llegan después de que el actual presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, haya cargado durante años por activa y por pasiva contra esta ley aprobada por el gobierno socialista el año 2005. Rajoy y muchos otros miembros del PP.

De hecho, el nuevo secretario de Estado de Defensa, Agustín Conde, es conocido por su trayectoria repleta de críticas a la homosexualidad. En 2005 dijo que "el 29% de los niños que conviven con parejas homosexuales pueden ser violetas", una cifra que, según sus datos, contrasta con el 0,6% de niños que conviven con parejas homosexuales que tendrían el mismo riesgo.

Las perlas del PP contra la ley

Cuando Zapatero aprobó la ley del matrimonio homosexual, Rajoy no tardó nada que salir a cargar contra los socialistas poniendo sobre la mesa que "es una manía del gobierno español parecer moderno y no una reclamación de los homosexuales".

En aquel mismo momento, también soltó que "el matrimonio siempre ha sido una institución entre un hombre y una mujer". Pero la cosa no acabó aquí. Tres años más tarde, en el 2008, probó matizar sus palabras asegurando que "yo hubiera hecho la misma ley sin llamarlo 'matrimonio' porque la palabra 'matrimonio', creo yo, que soy un poco poner el dedo en el ojo a los católicos y, sin embargo, los mismos derechos y libertades se hubieran podido dar con otro nombre".

Rajoy, sin embargo, no fue quien la dijo mayor. El fundador del partido, Manuel Fraga Iribarne, dijo un año antes de que se aprobara la ley que "la homosexualidad es una anomalía" y que "las personas que nacen así es porque los cromosomas se equivocan". Un año más tarde soltó que "hablar de orgullo gay, creo que es un error social".

El mismo año propuso acabar con "leyes asquerosas" y aclaró que "yo no tengo nada en contra de los homosexuales, si nacen así qué se le hará, pero que no digan, encima, que están orgullosos de funcionar al revés" o de "tener afecciones extrañas".

Ofensa en la población

El expresidente español José María Aznar soltó que "la unión entre homosexuales no puede ser denominada matrimonio porque eso ofende en la población", mientras su mujer, Ana Botella, defendía que la cuestión de la adopción entre personas del mismo sexo tienen que dictaminarla los científicos porque "nadie ha dicho que los niños tengan las mismas condiciones dependiendo de quién los adopte".

El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz también quiso decir la suya y en el 2013 argumentó que "el matrimonio homosexual no tiene que tener la misma protección por parte de los entes públicos porque no garantiza la pervivencia de la especie".

De su lado, el alcalde de Pontons, Luis Fernando Caldentey, aseguró cuando se aprobó la ley que "no casaré homosexuales porque son personas taradas" y, momentos más tarde, matizó que "quizás la palabra 'tarados' no es la más adecuada, pero los homosexuales son deficientes para procrear y educar".