La visita del expresident Artur Mas a Madrid este miércoles consistió en un desayuno público y abierto a periodistas y empresarios, y acto seguido, en un encuentro privado con una quincena de medios internacionales, según ha sabido El Nacional. En la reunión, los periodistas manifestaron "escepticismo" sobre cómo diferenciar el referéndum anunciado por el president Carles Puigdemont en septiembre de 2017, de la consulta del 9-N, en caso de que el Estado no quiera pactarlo. Mas apuntó que este referéndum debía ser vinculante, y por lo tanto, tenía que gozar de garantías.

Fuentes consultadas afirman que la impresión de los corresponsales fue de duda sobre cómo una consulta que no sea pactada con el Estado español se puede hacer, sobre si tendrá reconocimiento, y no repetiría el escenario de la consulta del 9 de noviembre de 2014. Aquí surgió también la duda de los periodistas sobre el porcentaje necesario de participación para gozar de aceptación, con el fin de ser vinculante, o la necesidad de contar con un censo de ciudadanos que participen. El mar de fondo de la conversación de Mas fue que no conviene que nada "salga mal", en vistas a dotar el acto de validez y por la repercusión exterior.

Sobre la pregunta que se formularía en este referéndum, Mas expuso información conocida en Catalunya. Primero, que tiene que ser binaria y clara, como Puigdemont ya dijo en Madrid hace unas semanas, a diferencia de la pregunta compleja del 9-N. Aparte, si el Estado quiere hacer una oferta –como por ejemplo, el federalismo, según cuestionó algún corresponsal– también podían presentarla e intentar convencer a los ciudadanos al respecto. Eso también lo dijo el actual president de la Generalitat en el hotel Villa Magna, la semana anterior.

Según ha sabido este diario, Mas manifestó el convencimiento de que algunos asuntos, como los económicos, forzarán al Estado a algún tipo de acuerdo con Catalunya. "Pase lo que pase" habrá acuerdos" había dicho ya el político catalán en el desayuno público. La tesis es que si Catalunya busca marcharse, cuando representa uno de los principales PIB del Estado, España querrá negociar. Un corresponsal hizo el contrapunto, asegurando que la pérdida del 20% que supone la economía catalana no sería inmediata, pero Mas sostuvo que la presión por el hecho puede contribuir a un acuerdo. Además, añadió que los ciudadanos tendrían que pagar sus impuestos a la nueva República.

Al margen de eso, las preguntas versaron sobre el procesamiento del expresident de la Generalitat de Catalunya y cómo encara este el futuro. Incluso, algún periodista preguntó si Mas se plantea presentarse para presidente de una futura República catalana. Este no lo descartó, ya que él dio el paso al lado motivado por la situación –el rechazo de la CUP a su continuidad– y argumentándolo como un acto de "responsabilidad" para que continuara el procés, según explican las fuentes. Sin embargo, este argumento de ceder el testimonio a Puigdemont, acompañando el procés, no es nuevo.

Este sería el resumen de las impresiones de la quincena de periodistas de medios como Le Figaro, Le Monde, Les Échos i La Croix, o el presidente del Círculo de Corresponsales, Marc Dugge, entre otros –pero no Tobias Buck, del Financial Times–, que se encontraron en la sede de la Delegación del Govern en Madrid, dirigida por el exconseller de Cultura, Ferran Mascarell, a las 11h de la mañana en la calle Alcalá.