El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, trató de poner ayer punto final a la crisis abierta en la Guardia Civil tras la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos, que además de las críticas vertidas en el seno de la corporación conllevó la dimisión irrevocable del director operativo del cuerpo, Laurentino Ceña, nada menos que la persona que había dado la cara en nombre de la institución durante las complicadas ruedas de prensa de la mesa técnica de seguimiento del plan gubernamental contra el coronavirus.

Para hacerlo, Marlaska recurrió a la aplicación de la tradicional máxima que establece que a rey muerto, rey puesto. En la rueda de prensa en la que no estaba previsto que compareciera pero que finalmente protagonizó para atajar la citada crisis, el ministro sorprendió a todos con el nombre del sucesor del dimitido Ceña. El general de división Pablo Salas ocupará a partir de ahora la dirección adjunta operativa del instituto armado que había dejado vacante el teniente general con su portazo.

Según informa El Confidencial, el nombramiento zanjaba la herida abierta en la cúpula de la corporación, aunque escondía un hecho insólito. Por primera vez, un ministro no dejaba que fuera la propia Guardia Civil la que decidiera quién se hacía cargo del puesto de mayor rango de la institución a través de los criterios de escalafón y antigüedad. El ministro eligió a Salas a dedo en lugar de permitir que accediera al puesto de manera natural, como había ocurrido siempre, el cargo al que le tocaba, el hombre que ostentaba la jefatura del Mando de Operaciones, el teniente general Fernando Santafé, el número dos de la corporación a todos los efectos. Hasta ahora, siempre se había respetado que fuera la persona que tenía este cargo quien promocionara a director adjunto operativo una vez que este último se jubilaba.

Pero Marlaska no solo se ha saltado a este mando de Operaciones, sino también a los otros dos tenientes generales que junto a Ceña y a Santafé había en la institución. Se trata del responsable de Mando de Personal, Francisco Díaz Alcantud, y del jefe del Mando de Apoyo, Rafael Galán Toledo, números tres y cuatro del escalafón profesional del instituto armado. Tampoco ha fichado al cinco o al seis de la lista. El ministro, en concreto, ha ido directamente al número siete de la corporación, alguien que ni siquiera era teniente general. De ahí que, en la misma rueda de prensa en la que anunció el nombramiento de Salas, Marlaska aprovechara también para indicar que ascenderá al general de división a teniente general, ya que el cargo de director adjunto operativo requiere este grado.