Pasan los años y cada vez quedan menos de aquellas anomalías curiosas del panorama político español. El pequeño pueblo de Marinaleda, en la provincia de Sevilla, era uno. Rodeado de hectáreas y hectáreas de olivos, este municipio perdido en la Andalucía interior se había alzado, desde los tiempos de la Transición, como un baluarte contra el sistema económico capitalista. Las primeras elecciones municipales en 1979 situaron al revolucionario Juan Manuel Sánchez Gordillo al frente del gobierno local, y no perdió el tiempo a la hora de iniciar su particular camino hacia el comunismo. Las expropiaciones de tierras de los latifundistas, las acciones de protestas en supermercados y los cortes en vías de tren, la creación de cooperativas agrarias y alquileres de solo 15 euros al mes eran la manera de hacer de un pueblo que ha nadado siempre a contracorriente. El lema local lo deja muy claro: "Una utopía hacia la paz".

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Durante cuatro décadas, Sánchez Gordillo había tenido el pueblo volcado a favor suyo, imponiéndose con anchísimas mayorías en las urnas en cada ocasión posible. Pero las cosas empezaron a complicarse en las últimas elecciones locales. A pesar de sufrir graves problemas de salud, el líder jornalero prefirió lanzarse a la piscina y optar a la reelección. La jugada estuvo a punto de pasarle factura: Sánchez Gordillo consiguió mantener la alcaldía, pero solo por una cincuentena de votos, la diferencia más estrecha que se había registrado nunca en el pueblo. La oposición, encabezada por una dirigente también de izquierdas, compartía en términos generales los principios con el alcalde, pero reclamaba un relevo en el gobierno municipal.

Después de una legislatura marcada por las ausencias de Sánchez Gordillo a causa de su delicada salud, el alcalde ha aprendido la lección. Este 28 de mayo, el veterano ha decidido poner punto final a su carrera política y no se ha presentado a la reelección. Pero más allá del cambio de nombre, no ha habido muchas sorpresas. La mano derecha del alcalde, Sergio Gómez —en la imagen de cabecera— representa el mismo espíritu del líder sindicalista, y se ha impuesto a las elecciones municipales con más comodidad que su predecesor. Con una altísima participación del 90%, Gómez ha conseguido ampliar la diferencia con la rival de izquierdas, llevándose el 56,6% de los votos. Para evidenciar cómo Marinaleda es un verdadero feudo de las políticas alternativas, vale la pena remarcar que el PP, el PSOE y Vox solo se han hecho con 18 votos de un total de 1884. Este pequeño pueblo de Andalucía promete dar todavía mucha más guerra.

Salida por la puerta grande

Con todo, la etapa de Sánchez Gordillo no se ha acabado sin ruido. Hace solo un par de semanas, y a pesar de no pintar nada en el pueblo —como demuestran los resultados electorales—, Vox decidió llevar su campaña electoral a Marinaleda, con la voluntad de provocar en este bastión de izquierdas. La extrema derecha se llevó al eurodiputado y portavoz Jorge Buxadé, además de un grupúsculo de ultras con banderas españolas, al pueblo. La formación se encontró sola ante los vecinos del pueblo, que reaccionaron con firmeza ante la provocación flagrante: posteriormente, Vox denunció haber sufrido ataques, insultos e intentos de atropello por parte de los locales. Un recibimiento solo a la altura de Marinaleda.