Desmontar argumentos, derrota del independentismo, cambiar la visión de los medios internacionales sobre Catalunya y el independentismo... Los diarios de Madrid tienen claro que la manifestación unionista de ayer fue todo un ejemplo de que la "mayoría silenciosa" no quiere la independencia de Catalunya y que, precisamente por eso, serán los que acaben con el "golpe" que el Govern quiere perpetrar. Y lo hacen asegurando que, gracias a eso, el derecho a decidir será visto "solo como una cosa del secesionismo", sin tener en cuenta que votar es un acto democrático, como recoge una de las varias definiciones de la RAE, que pone de relieve que democracia es "participación de todos los miembros de un grupo o de una asociación en la toma de decisiones".

Algunos vuelven a comparar el independentismo —otra vez— con el golpe de Estado del 23-F, e incluso El Mundo ha llegado a meter por el medio el "sanguinario terrorismo de ETA", el fascismo o el comunismo como ejemplo de "las retóricas del odio". 

Y lo hacen para acabar con todos los razonamientos del soberanismo y para justificar que los miles de personas que ayer salieron a las calles de Barcelona cerraron la boca al president Carles Puigdemont y a su Govern al considerar que, ahora sí y "como ha quedado visto", los independentistas son una minoría y que, además, ya se están ejecutando las consecuencias de una posible Declaración Unilateral de Independencia (DUI), como que las empresas cambien su sede social y la muevan fuera de Catalunya.

Derrota sin paliativos

Este es el caso de El País, que pone de relieve que la concentración de ayer es el "fin de la hegemonía" y que "pulveriza el relato del independentismo". A su parecer, "el argumento del independentismo [...] sufrió una derrota sin paliativos" por "la falsedad de la idea de que existe un solo pueblo unido detrás de su causa".

Ahora bien. Dejando claro que "nadie puede discutir la capacidad de movilización de los independentistas, y nadie discute que hay una parte importante de catalanes que reclama otra relación con España", el diario citado asegura que la manifestación de ayer hizo ver que "una mayoría hasta ahora silenciosa salió por fin de su mutismo para dejar oír su voz", sin mencionar, en ningún momento, que cientos de personas se desplazaron desde el resto del Estado para asistir a la concentración.

Pero, para este rotativo, "la calle nunca puede imponer nada, salvo en aquellos lugares donde una insurrección podría justificarse porque no existe la democracia", cosa que sería el caso de la manifestación de ayer, cuando "el Govern escuchó desde la calle lo que no quiso escuchar en el Parlament: que no hay un único pueblo que quiere la independencia y que Catalunya es plural".

De hecho, casi toda su portada en papel gira en torno a la cuestión catalana y, en su otra editorial —cada día salen dos— se lamentan de que "la crisis independentista resta la atención necesaria a un gran pacto salarial y a la reforma de las pensiones".

Tomar las calles

La Razón, que tampoco alude al hecho de que vinieran manifestantes de todo el Estado, sustenta que "la Catalunya que los separatistas creían silenciada tomó ayer las calles del centro de Barcelona en la primera manifestación masiva ciudadana contra el proceso".

Cogiéndose a los datos de participación de Societat Civil Catalana —y dando por hecho que los 900.000 asistentes son catalanes sin tener en cuenta que venían ciudadanos desde todos los puntos de España—, los de Francisco Marhuenda aseguran que "casi un millón de personas [...] demostraron que esa parte mayoritaria de la sociedad que permanecía callada ha dicho basta ante la intentona suicida separatista" y lo ponen así de relieve para cargar directamente contra Puigdemont por "despreciar e ignorar la voz de una gran parte, la mayor, sin duda, de su pueblo".

Este diario abre su portada a doble página con una foto de la concentración y con la editorial, titulada "Escucha, Puigdemont", donde también critican al Govern por sus "mentiras" ya que consideran que han ido "propalando que la secesión de Catalunya sólo traería ventajas de todo tipo" y que, como se ha podido ver —siempre según el medio mencionado—, las empresas ya empiezan a irse del territorio catalán (aunque solo hayan trasladado temporalmente su sede social).

La Razón también se muestra visiblemente optimista y anima a Puigdemont, "enfrentado por fin a la realidad", a "escuchar a quienes le advierten del grave daño que está causando a los ciudadanos de Catalunya y, por ende, de toda España, y rectificar" porque, resaltan, "su intentona golpista está condenada al fracaso y sólo puede traer más daño y frustración a una Catalunya que empieza a reaccionar y que demuestra que no quiere seguirle en su camino al precipicio".

Cambiar la visión global

También a doble página, ABC también abre con una foto de la manifestación poniendo encima de la mesa que "los españoles recuperan la senyera despreciada por los independentistas", con una bandera española acabada con dos pequeñas senyeres que dividen la cabecera del diario, y con la frase, en gran tamaño, "Catalunya es España".

En su editorial, titulada "La mayoría silenciosa alza la voz", define a los manifestantes como "la Catalunya muda e invisible que ha recuperado el habla y las calles" y, en un tono más humilde que La Razón, no se vanagloria del número de personas que asistieron a la concentración, si no que expresa que "fueran un millón o trescientas cincuenta mil las personas que respondieron a la convocatoria de Sociedad Civil Catalana, la movilización supuso la réplica precisa a los movimientos insurreccionales del separatismo catalán".

La manifestación sirvió, según este diario, para "establecer un cierto reequilibrio en el foro público catalán entre nacionalistas excluyentes y no nacionalistas", además de para poner trabas a los medios internacionales que, a partir de ahora, "tendrán muchas dificultades para seguir hablando de Catalunya como sinónimo de independentismo".

Lo peor es que el rotativo mencionado sostiene que la concentración sirvió para que el mundo viera que la reivindicación del derecho a decidir será vista, desde ahora, "como una reclamación solo del secesionismo" y emplazan al gobierno de Mariano Rajoy a ver el 8-O como "un cambio de ciclo", después de que, a su parecer, el nacionalismo catalán "quiso silenciar a media Cataluña y no ha podido".

Obligar a marchar

El Mundo, de su lado, también abre con la manifestación y acompaña la fotografía de su editorial titulada "el clamor de la mayoría silenciada", donde se felicitan por la victoria de la concentración de ayer ya que consideran que "el nacionalismo excluyente perdió este domingo el monopolio de la calle después de una de las manifestaciones de rebelión cívica más emocionantes de nuestra historia democrática".

Este diario también usa los datos de Societat Civil Catalana para justificar que salió a la calle "el clamor de la mayoría silenciada", así como que "emergió la Catalunya real, diversa y plural". Citando el 23-F y el terrorismo de ETA, El Mundo pone de relieve que "miles de españoles —sin distinguir que muchos vinieron de fuera de Catalunya— recuperaron el protagonismo en la calle para gritar alto su deseo de vivir en un país unido en el que todos los ciudadanos sean libres e iguales".

Ante lo que consideran un "desafío extremo", destacan que "ciudadanos hasta ahora silenciados por el rodillo independentista que dijeron Prou!" en una demostración de "un clamoroso triunfo de la razón cívica frente a la pasión política". Pasión política que definen como "la intolerante actitud que pretende convertir al adversario en enemigo, como hicieron en la teoría y en la práctica el comunismo, el fascismo y nacionalismo en una de las páginas más desgraciadas de la reciente historia contemporánea".